- POR MARCELO PEDROZA
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Es ante todo un deber que se expresa en cada oportunidad que se presenta. La concepción expuesta en la acción de la frase inicial está sustentada en imperativo y se asume sin exigencias externas. Es que se siente desde las entrañas, es absolutamente particular lo que significa tal consideración. Se honra lo que se hace, lo que se vive, la gran prueba de poder realizar lo que se está construyendo, de poder ser parte de una misión, de un grupo, de un acontecimiento que reúne otras voluntades, y que ellas con sus notables particularidades se manifiestan porque así lo quieren. Uno de sus significados sostiene que es una circunstancia o hecho que satisface o gusta a una persona. Hay una relación directa entre lo que sucede y el agrado que genera. Este vínculo produce sensaciones que solo las puede identificar quien las vive. Y sobre esa concepción el término privilegio es un soporte cotidiano en la vida de las personas.
En la atención hacia lo que se está viviendo hay que darle destaque al hecho de sentirse privilegiado por vivirlo, lo que ocasiona el puntapié inicial para todo lo que podrá acontecer. La prerrogativa es de quien se encuentra a sí mismo en lo que está vivenciado. Durante una mirada hacia un parque cubierto de una gama de verdes pueden suceder ideas que fortalecen la experiencia del instante que se está desarrollando. Se puede tocar una flor, un pedazo de césped, un conjunto de hojas de un árbol lleno de historia, y en esos contactos, las impresiones sensoriales de los roces generados son parte de las secuencias de emociones que se van presentando y que se constituyen en nutrientes de la sensibilidad que ayuda a vivir.
Es el aire un facilitador de las condiciones que se necesitan para tomar dimensión de lo que es ser un privilegiado, es que no solo envuelve la Tierra y forma la atmósfera, sino que penetra en cada persona, y el maravilloso ejercicio vital de inhalar y exhalar acrecienta las ganas de valorar el privilegio de poder hacerlo. Si se respira, se vive; y podríamos preguntarnos cómo respiramos, qué significado tiene para cada uno de nosotros. Es un placer que acompaña durante toda la existencia. Los beneficios de la respiración impregnan la vida de quien los considera relevantes.
Son tantas las razones para aceptar que somos unos privilegiados. El privilegio de estar con otros, de involucrarse junto a otros, de aprender a conocer a los demás, de escuchar lo que se dice, de colaborar para avanzar, de entender que las posibilidades son creadas por quienes consideran que es una facultad inherente a sus vidas; es así que las privilegiadas sensaciones identificadas pueden incidir en las decisiones que tengan que ser practicadas.
En cada ámbito, para que pueda potencializarse el protagonismo colectivo, es decisiva la entrega actitudinal que se destila cuando hay intenciones que se encargan de honrar con gratitud lo que las convoca. Y si la imaginación de cada uno hace lo suyo y se concentra en privilegiar aquello que es útil para el crecimiento de la humildad, para el auge de la admiración, para el testimonio del esfuerzo y para la concreción de los sueños, es factible la evolución constante de la sociedad.