- Por el Pastor Emilio Daniel Aguero Esgaib
¿Qué festividad empieza esta semana para el pueblo judío? La Pascua, que es justamente lo que Jesús y sus discípulos iban a festejar cada año y a lo que fueron la última vez en su recordada entrada a Jerusalén cuando fue aclamado como Rey de Israel, lo que es conocido como Domingo de Ramos.
Durante toda esa semana, se hacían rituales y sacrificios para perdón de pecados y reconciliación con Dios. Era el recuerdo del rescate de Dios al pueblo de Israel de Egipto a la tierra prometida. Esta fiesta, la Pascua, era la fiesta principal del judaísmo y estaba llena de simbolismos que nos recuerdan la salvación dada en la Cruz del Calvario por Jesucristo.
El Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia dice: “Se celebraba justamente con la Fiesta de los Panes sin levadura, y se prolongaba siete días. El nombre viene del vocablo hebreo pesakh, que literalmente significa “pasar por alto”, o “encima”, y figuradamente “preservar” o “mostrar misericordia”. Los pasajes bíblicos que nos hablan de esto los encontramos en Éxodo 12.1-14.
La Pascua es, entonces, la liberación y redención de Israel por parte de Dios de manera sobrenatural. Se recuerda el sacrificio del Cordero. Y en cuanto a los siete días de comer pan sin levadura (el pan sin levadura simboliza la limpieza moral con la que los cristianos debemos acercarnos a la mesa del Señor, según 1 Cor 5.7-8), Jesús también instó a sus discípulos a “limpiarse de la levadura de los fariseos”, que significaba su hipocresía religiosa y su falta de verdadera piedad y amor a Dios y su prójimo. La levadura representa todo aquello que contamina la masa, pues solo un poco es necesaria para que el pan se hinche completamente. Esto es un símbolo del orgullo, lo cual Dios resiste. Cuando los judíos entraban en esa festividad y no comían nada que tuviera levadura, se daban cuenta de que casi todo tenía levadura, y así podían comprender también la influencia del pecado en todo en el mundo.
Cuando Jesús es llamado por Juan el Bautista el “Cordero de Dios”, en Juan 1.29, y en 1.36: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, es en referencia a que Él es el perfecto y último sacrificio por el pecado. Para poder entender quién es Cristo y lo que Él hizo, debemos comenzar con el Antiguo Testamento, el cual contiene profecías de la venida de Cristo como una “ofrenda por el pecado” (Isaías 53.10). De hecho, todo el sistema sacrificial establecido por Dios en el Antiguo Testamento sirvió de base para la venida de Jesucristo, quien es el perfecto sacrificio que Dios proveería como expiación por los pecados de su pueblo (Hebreos 10).
El sacrificio de corderos jugaba un papel muy importante en la vida religiosa judía y su sistema sacrificial. Cuando Juan el Bautista se refirió a Jesús como “El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1.29), los judíos que lo oyeron pudieron haber pensado inmediatamente en cualquiera de los muchos sacrificios importantes. Habiendo celebrado hasta entonces la fiesta de la Pascua cada año, el primer pensamiento pudo haber sido el sacrificio del Cordero de la Pascua. La fiesta de la Pascua era la principal fiesta judía y una celebración en recuerdo de cuando Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. De hecho, el matar al Cordero de la Pascua y aplicar su sangre en los postes de las puertas de las casas, para lograr que el ángel de la muerte pasara de largo ante aquella gente “cubierta por la sangre” (Éxodo 12.11-13), es una referencia de la obra expiatoria de Cristo en la cruz. Todo aquel que cree en el sacrificio de Cristo y lo recibe como su salvador pinta, espiritualmente, su corazón con la sangre del Cordero, que es Cristo.