• POR FELIPE GOROSO S.
  • Columnista político

El título se utiliza comúnmente para indicar tener cuidado al momento de contar algo que debería permanecer en secreto. Hay al menos un par de versiones sobre su origen, pero una de las más famosas y a la vez acorde al tema de esta columna tiene que ver con que durante la segunda mitad del siglo dieciséis, en Francia, Catalina de Médici, en aquella época, era reconocida por sus altí­simos niveles de desconfianza.

Es así que no tuvo mejor idea que para poder escuchar mejor las conversaciones, ordenó instalar unos con­ductos acústicos en las paredes de distintas habitaciones del Palacio Real. Sin embargo, para que la disposición cumpla con el objetivo para el que fue pensado, debía permanecer en el más absoluto secreto. Cuenta la historia de que en cuanto los cortesanos y la servidumbre se enteraron, el rumor se esparció a la veloci­dad de la luz, que efectivamente las paredes tenían “oídos”. De este modo, con el paso de los años, la expresión pasó a convertirse en proverbio y, por qué no, un buen consejo de alguien que nos aprecia.

Pocos elementos tienen mayor poder de des­gaste que la extensión en el tiempo de una cri­sis a la que no se le encuentra un mecanismo efectivo de resolución. La semana que se está iniciando será desafiante para el Ejecutivo en varios aspectos; uno de ellos es sin duda el proyecto de ley de subsidio de combustibles. Sin entrar en consideraciones particulares, el hecho político concreto es que lo que se creyó que sería un mero trámite en ambas cámaras, para posteriormente ser promulgado y con eso darle el tan necesario cierre que implica la crisis del combustible, está trabado en Dipu­tados por la falta de proyección de escenarios posibles y la ausencia de diálogo con el sec­tor de Honor Colorado. El oficialismo confió en que aquella mayoría con la que logró ade­lantar la elección de la mesa directiva, ganar la misma y otorgar la presidencia a un dipu­tado del PLRA, se mantendría inalterable. Las sucesivas convocatorias a sesiones que no lograron concretarse por falta de quorum evidencian lo frágil que pueden llegar a ser las mayorías cuando se construyen sobre bases tan disímiles como volátiles. Las paredes oyen que desde el sector de Honor Colorado habría voluntad manifiesta de dialogar y asegurar una mayoría que genere cierta estabilidad y sacar al oficialismo del atolladero en el que se encuentra.

El otro gran nudo sin desatar es la cantidad de reemplazos que se avizoran en el gabinete como consecuencia de la gran cantidad de candidatos al Congreso y a gobernaciones. Los poderosos gremios de la economía y la producción emitían un duro comunicado al respecto donde piden concentrar los esfuer­zos en la gestión, antes que en cuestiones elec­torales. Como esto último no va a pasar, las paredes oyen que podrían darse una serie de renuncias que implicarían nuevos dolores de cabeza para conseguir reemplazos.

La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, sabe que las paredes oyen y no solo ahora, sino que desde la época de Catalina de Médici y la sangrienta persecu­ción a los hugonotes.

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