EL PODER DE LA CONCIENCIA

Después de décadas de relativa paz y tranquilidad, el mundo de nuevo se hunde en la barbarie. Ayer nomás el presidente ucraniano Volodímir Zelenski calificaba de “maldad sin límites” el ataque a la estación de Kramatorsk, en Ucrania, donde fuentes de AFP corroboraron al menos 30 muertos, aunque la denuncia menciona más de 50 fallecidos, entre ellos 5 niños.

Desde hace días, los ciudadanos ucranianos tratan de escapar los más rápidamente del inminente ataque final ruso que se cierne sobre la ciudad, pero las vías dañadas hacen que los trenes se retrasen y la población entre en desesperación.

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Como ganado azuzado en brete, las personas se apiñan hacia donde creen que podrán escapar, pero aun así la muerte las alcanza.

Los rusos son los salvajes, acusa Zelenski. Rusia niega el ataque y retruca que el gobierno ucraniano usa a los civiles como escudo humano. ¿Qué ganaría Rusia al atacar a los que huyen más que nuevas sanciones y el repudio de la comunidad internacional?

Nada es totalmente negro ni blanco, sobre todo después del escándalo que desatara el hecho de que el líder ucraniano cediera la palabra a un amigo nazi del Batallón Azov en su alocución al Parlamento griego, lo que desató la indignación e incredulidad de los protagonistas.

No solo balas van y vienen en el conflicto, también mentiras y degradación. Los muertos en Bucha también suman a las dudas sobre los verdaderos autores del crimen. La idea más simple es que los soldados rusos son los malos y que se valen de la violencia para liberar su “tensión”, pero otra respuesta más oscura es que los propios nazis ucranianos son los que están detrás de las masacres para “luchar” contra la invasión rusa.

Esta generación acostumbrada a los jueguitos electrónicos apenas comienza a sentir la realidad. Y es que todo está tan al revés que ayer mismo en un grupo de prensa pasaban un video que compite con la maldad más pura.

En la imagen, un hombre con un palo golpeaba repetidamente en la cabeza a un indefenso perro frente a un local. El desesperado animal, confundido y presa del dolor, ni siquiera atinaba a reaccionar como sería lo lógico. Pero no, impune el hombre seguía golpeando al desahuciado can, que aullaba lastimeramente... mientras la escena era grabada desde un celular –presuntamente en Santaní– sin que el operador del smartphone moviera un dedo para hacer lo correcto y salvar la vida de ese noble ser.

Parece que los salvajes tienen impunidad para romper récords y el resto observa impávido. Los motochorros, los drogadictos, los asesinos, los feminicidas fueron rebasados en crueldad. Incluso los robos, saqueos y negociados que causan hambre y miseria se convirtieron en algo rutinario, en “normalidad”.

Autoridades usan sus cargos para comprar votos y conciencia en lugar de trabajar para la ciudadanía, para lo cual fueron elegidas. El reino del revés, ayer también denunciaban una “buena acción” del IPS en la que, en vez de buscar comodidades para los asegurados o proveerles de medicamentos, las autoridades gastaron dinero de la previsional para... para techar el estacionamiento de sus propios vehículos. Estacionamiento al que los asegurados no tienen acceso.

Con esa línea discursiva falta de lógica y razón, las autoridades también pretenden cambiar una fecha de elecciones a causa de un partido de fútbol. Es increíble que piensen que el futuro de la nación reflejado en la voluntad de las urnas sea menos importante que un encuentro deportivo que se desarrolla a miles de kilómetros y del que ni siquiera participamos.

Pero esa es la lógica.

En esta época, la impunidad y el sinsentido capean. Es hora de que los más cuerdos recuperen el control y los “alocados” entiendan que deben parar y respetar las leyes y la convivencia comunitaria. La anormalidad debe dejar de ser normal.

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