Podemos crear el guión apropiado a nuestros objetivos. Somos capaces de hacerlo, hay que creer en nuestras condiciones habilitantes. El trayecto por recorrer tiene un extenso tiempo para ser vivido. Tenemos que asociar los términos expuestos, entonces las capacidades incentivan las proyecciones y sus acercamientos se producen inexorablemente a través de lo que expresan en el recorrido de lo elegido. Sucederá temporalmente el fruto de lo que se manifieste.

Esa exteriorización vive normalmente el proceso de los hábitos, está impregnada de una periodicidad. Simplemente un pasito ayuda a que otro pueda suceder. La indicación en diminutivo es intencional, sirve como indicador de su viabilidad; es posible hacerlo y está al alcance de quien se decide. Vendrán secuencias creíbles de imaginar para aquellos que ingresen en el constante circuito producido por los múltiples pasitos de sus vidas.

Desde nuestra niñez somos hacedores de pasitos. El maestro Howard Gardner, catedrático y codirector del Proyecto Cero en la facultad de Pedagogía de la Universidad de Harvard, en su obra “Mentes líderes” expresa que “los niños crean también nociones coherentes acerca de las actividades cotidianas. Los niños de dos a tres años ya tienen recuerdos vivos y fiables de sucesiones de acontecimientos. Para cuando llegan a los cuatro o cinco años, la mayoría de los niños ha confeccionado gran número de guiones, estereotipos o situaciones”. Vivimos generando aprendizajes. Las nociones tienen un origen y en ellas las experiencias pregonan lecciones ejemplares. Los guiones encuentran en los recuerdos una base reflexiva, que puede ser direccionada hacia las enseñanzas que los mismos han dejado. Trazar las acciones queridas implica atender las intenciones actuales que nos interpelan y que requieren la coherencia necesaria para ser vividas plenamente.

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El profesor Gardner considera que en los niños “… los marcos cognitivos captan las características habituales, así como las opcionales, que llegan a distinguir hechos repetidos”. Aunque concluye que “… en general, los primeros guiones, estereotipos y situaciones resultan asombrosamente refractarios al cambio”. Es decir que, como los niños, somos susceptibles de absorber notablemente lo que nos pasa y de aferrarnos a sus consecuencias. De ahí la relevancia sobre qué hechos suceden en nuestras vidas y qué interpretación le damos. Es que la creación de eventos cotidianos fluye conforme nuestros quehaceres, lo que acarrea potenciales guiones que podrían ser recreados una y otra vez; habituados y disfrutados si así nos lo proponemos. Como también hay eventos que requieren de nuestra aceptación y una vez digeridos pueden ocasionar criterios diferentes a los denodadamente defendidos. Los guiones pueden modificarse conforme a las características habituales que nuestro andar vaya produciendo. La prioridad de los pasos está abocada al crecimiento de quien los realiza, lo que también le permitirá caminar junto a otros.

En la obra citada precedentemente, el catedrático Gardner expone que “en muchos sentidos, la mente del niño de cinco años es maravillosa, y puede ser sorprendentemente imaginativa. Manifiesta un carácter aventurero, una disposición a acoger nuevas probabilidades, y una apertura a costumbres desconocidas que es muy atractiva y que a los individuos mayores ciertamente se les aconseje mantener en lo posible”. Por lo tanto, podemos crear el guión apropiado a nuestros objetivos. Nuestra mente es maravillosa, dice Howard. En todas las etapas de la vida esa maravilla puede generar grandes logros. Este es un tiempo oportuno para quienes así lo consideran, es que siempre existen las razones para vivirlo como tal. ¡Adelante y vamos por muchos pasitos más!

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