“Duele decirlo, pero hay que decirlo”
- POR PABLO ALFREDO HERKEN KRAUER
- ANALISTA DE LA ECONOMÍA
- EMAIL: PABLOHERKEN@YAHOO.COM
Nuestra economía viene cayendo con gente sufriendo (con covid-19 además). Tercer bajón en 4 años de Marito Corazón de Piedra (-1% a -1,8% en 2022). La inflación se disparó del 2,8% al 9,3% achicando el bolsillo de los consumidores como nunca en tan breve tiempo, con trabajadores, particulares y estales, logrando ingresos menores por el empeoramiento de los empleos “legales” (IPS) e informales, por cuenta propia, callejeros, manteniéndose alto el nivel de pobreza y miseria. No excluyo en este drama desde el 2018 a las empresas y sus empresarios. En un 70% la causa del golpe inflacionario, el que más no duele, han sido los prácticamente 7 aumentos en el precio de los combustibles desde febrero del 2021 con un aumento en el caso del gasoil del 89% (G. 4.020 más por litro), exceptuando el “abaratamiento” de Petropar de G. 1.000 y G. 800 por litro de diésel y nafta virgen. Gracias a la venta masiva de dólares del Banco Central planchamos el precio del dólar en los últimos meses críticos. De lo contrario, la historia hubiera sido peor.
La causa inflacionaria que come nuestro dinero y nuestros ingresos bajando la demanda y el consumo global en nuestra economía agudizando el mal momento para hablar ya de stagflation o estancamiento económico con inflación, es nuestro enemigo principal, el peor. Los combustibles caros que importamos son solo la causa del peor impuesto para los pobres. Una alumna mía, que piensa mejor y tiene sentimientos económicos realistas, no como varios empresarios y economistas salvajes (también periodistas) me dijo: “Hay dos bombas de tiempo, la externa, que no manejamos, y la interna que sí podemos buscar evitar que explote trágicamente”.
* En situaciones extremas como la actual, en un escenario económico deprimido y caliente (inflación), todo buen gobierno debe atender a que no suba criminalmente el dolor de la gente. Debe ayudar, debe subsidiar (se vende algo por debajo del costo, y el Estado cubre temporalmente la diferencia con sus recursos fiscales y/o préstamos). La idea es suavizar o acolchonar los golpes, por un determinado tiempo, hasta que pase lo peor de la tormenta, para ir gradualmente a la realidad de los mercados, precios libres, competencia en igualdad de oportunidades.
Todos somos gente. Necesitamos ayuda=subsidio. Profesores alemanes míos me enseñaron una y otra vez (también algunos japoneses y otros yanquis y franceses), que definido el pasarle la mano a la gente (con buenos estudios), hay que apurarse (rajar) y hacer correr el Plan, en una primera etapa para todos, universal, sin divisiones ni discriminaciones, para después ir focalizando. (Desde el lunes 7 la economía paraguaya perdió US$ 45 millones de dólares, sin el Fondo “Combustibles”, por bloqueos, cierre de rutas, desabastecimientos, negocios truncados). Pero la fauna política, parlamentaria, economistas salvajes y arrodillados a proyectos electorales varios, patearon el préstamo de US$ 100 millones para el Fondo (muy barato, y de US$ 300 millones que irían todo al MOPC) para ayudar=subsidiar a todos. “¡Basta con el endeudamiento dijo la fauna!”. ¿Por qué entonces nos endeudaron en US$ 5.765 millones con Marito Corazón de Piedra? Creció 72%. Quería yo tan solo el 1,8% de ese crecimiento de la deuda en menos de cuatro años. Días atrás el Senado aprobó préstamos por US$ 454 millones para obras públicas del MOPC. Stephan Rasmussen, senador por Patria Querida, justificó el sí y el no “porque lo del MOPC tiene retorno, su repago está asegurado”.
No así lo del Fondo porque es un subsidio sin contrapartida. Mi alumna de 2º curso le respondió: “Si no fuera tan burro, entendería senador, que al evitar que los precios de los combustibles no suban tan rápidamente y de manera impredecibles e imprevisibles, lo que genera mayor caída económica, dolor social y crispación en rutas y calles, buscando estabilizarlo, e incluso si es posible, bajarlos, nuestro muerto económico resucita, se mueve por todo el país, atajamos el desborde inflacionario, se compra más y se vende más, se recompone en algo el ingreso popular, y mejora significativamente la recaudación de impuestos, sin tocar recursos de educación, salud, niñez, desarrollo social, amenazando programas como Tekoporã y hasta el de los abuelitos y abuelitas (269.00 personas recibiendo hoy mensualmente el 25% del salario mínimo o US$ 254 millones de dólares año). Cae de maduro que en el futuro vamos a endeudarnos en bonos soberanos para poder pagar el préstamo al MOPC del que tan enamorado está el senador. Obras son amores, la gente solo pasa, es secundaria. ¿Será Marito Corazón de Piedra afiliado en la sombra de PQ? Admito: prefiero todo subsidio cubierto con impuestos. Hoy no me sobra y no puedo subirlos ni crearlos. Tampoco bajarlos.
Si tuviera una reserva fiscal como la que teníamos hasta el 2011, ingresos superiores a gastos, agrandándola en épocas de vacas gordas para usarlas en tiempos críticos, sería mi mejor opción. Pero por experiencia sé que hay que actuar veloz y con lo que se tenga en la mano. En cuestión de vida o muerte (sufrimiento), quiero viva toda a mi gente. No quemándola con combustible, para construir otro puente, como Wiens. Y estoy recontrapodrido que se consulte a economistas peruanos, argentinos, ecuatorianos, sobre si el subsidio es malo o bueno, cuando jamás, jamás, jamás tuvimos hiperinflaciones del 4.000% al casi 8.000%, o el 25.000% de Bolivia. Nos: máximo de 44,1% un año 1990. ¿Las mujeres son buenas o malas? La mía es buena. ¿La tuya? Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQD