- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
“Confianza, la clave de la cohesión social y el crecimiento de América Latina y el Caribe”, así se titula el último libro lanzado por el Banco Interamericano de Desarrollo al que se puede acceder de manera gratuita en la web de la institución. Aborda un elemento que generalmente es poco tenido en cuenta a la hora de analizar escenarios políticos: el desgaste que ha tenido la confianza tanto entre los ciudadanos como de estos hacia sus gobiernos.
La versión completa tiene datos de 115 países y la que corresponde a América Latina y el Caribe tiene datos que fueron tomados de dieciséis países, entre los que se incluyen Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, México, Nicaragua, Perú, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela. Sí, leyó bien, no tiene datos de Paraguay. Solamente esa puntualización ya debería de ser una llamada de atención, pero más allá de eso nuestro país no debería diferenciarse demasiado del resto.
En este informe se define a la confianza como la creencia de que otros no actuarán de manera oportunista. No harán promesas que no pueden cumplir, no renegarán de las promesas que sí pueden cumplir ni transgredirán las normas para aprovecharse de otras personas que las respetan. En pocas palabras, la confianza es la fe en los demás: en su honestidad, fiabilidad y buena voluntad. Si esta definición la llevamos a la relación entre la población y sus gobernantes, estamos ante un elemento de una profundidad impensada.
De todo el mundo, o al menos de los países de los cuales se recaban datos para el informe y de todo lo que aporta y da para mucho más análisis, el libro muestra dos datos que son realmente impactantes: nuestra región es la que menos confía y es donde se ha tenido un descenso realmente alarmante de la confianza. En términos globales, el porcentaje de individuos que cree que se puede confiar en la mayoría de las personas (confianza generalizada o “interpersonal”) descendió del 38% en el período 1981-85 al 26% en 2016-20, según datos de la Encuesta Integrada de Valores.
En América Latina y el Caribe, la reducción ha sido aún más drástica, con una caída de los niveles de confianza del 22% al 11%. Apenas una de cada 10 personas cree que se puede confiar en los demás. Aunque la confianza es escasa en el resto del mundo, es más baja en América Latina y el Caribe que en cualquier otra región. Los bajos niveles de confianza interpersonal y la escasa capacidad para obligar a los gobiernos a rendir cuentas se refleja en una alta desconfianza en el gobierno. Según la Encuesta Integrada de Valores, a lo largo del período 2010-20, un promedio de menos de tres de cada 10 ciudadanos en América Latina y el Caribe confiaban en su gobierno. La desconfianza en el gobierno es un problema mundial, pero de vuelta es mayor en América Latina y el Caribe.
Cómo recuperar la confianza deberá ser sin dudas uno de los desafíos del próximo gobierno que asumirá en el 2023. No será fácil, pero debe hacerlo. Después de todo, difícilmente se vote o se acompañe la gestión de aquello que no se confía. Y de eso también se trata la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.