• Por el Hno. Mariosvaldo Florentino
  • capuchino.

Y Jesús dijo esta parábola: “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas” Lc 13, 8-9

Hoy la Iglesia nos presenta un evangelio que nos sirve como una fuerte llamada de atención. Es este el tiempo de preguntarnos: ¿mi vida cristiana está produciendo frutos? Mirando mi vida, mis acciones, mis palabras, mí alrededor... ¿pueden los demás reconocerme como un cristiano? ¿Dios estará contento conmigo?

El texto nos habla de la frustración de este dueño de la viña que por tres años viene a buscar el fruto en la higuera, pero no encuentra nada.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

El número tres nos da una idea de un tiempo completo, o sea, de mucho tiempo, hasta el punto que el dueño piensa que ya no se puede esperar más. También los tres años se puede asociar a la duración del ministerio público de Jesús.

La higuera ya tendría que estar fructificando. Mantener un árbol así, es inútil, es una perdida, pues la tierra puede ser aprovechada para plantar a otro árbol.

Sin embargo, el viñador, que trabajaba en la viña cotidianamente, tuvo pena de la higuera. Manifiesta así, una señal de la paciencia de Dios, que en esta cuaresma nos ofrece una nueva chance. El viñador se dispone a cuidarla, y hará de todo para que esta higuera se despierte y empiece a producir frutos. Pero, él insiste que esta es la ultima chance, pues si aun después de estos nuevos cuidados ella no produce, será sin dudas cortada.

Ciertamente, Dios es paciente también con nosotros, y está dispuesto a darnos una nueva chance, pero de igual modo un día, que no sabemos cuándo, nuestro tiempo se terminará. No podemos quedarnos tranquilos, siempre postergando nuestra conversión. Cuanto antes empecemos a producir frutos, tanto mejor.

Este tiempo de la cuaresma es el tiempo oportuno para rever nuestra vida, para pedir al viñador que nos ayude a limpiar nuestras ramas, quitándonos los parásitos, que son los vicios y que consumen nuestra savia sin dejarnos producir frutos. Es tiempo de pedir al viñador que nos haga la poda, pues con demasiadas ramas, demasiados empeños, no podemos producir nada. Es tiempo para pedir al viñador para cavar nuestro alrededor y así poder poner abono nuevo, dándonos una fuerza nueva, pues a lo mejor la tierra en que estamos plantados está débil y agotada.

La cuaresma nos ofrece la posibilidad de esta completa renovación. El viñador está dispuesto a trabajar junto a nosotros, dándonos una nueva posibilidad de producir buenos frutos. Sin embargo, todo depende de nuestra decisión. Sin que realmente queramos producir frutos, todos los esfuerzos del viñador podrán ser inútiles.

El Señor te bendiga y te guarde,

El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.

El Señor vuelva su mirada cariñosa y te de la PAZ.

Dejanos tu comentario