DE LA CABEZA

  • Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
  • Dr. Mime

Los científicos definen la microbiota como “el conjunto de los microorganismos (todas las bacterias, arqueas, eucariotas y virus) presentes en un entorno definido”. Como la microbiota varía según su entorno, a la microbiota situada en el tracto intestinal, por ejemplo, se la denominará microbiota intestinal. Por su parte, el término microbioma se emplea para designar a los microorganismos que se alojan dentro de nuestro cuerpo y sobre nuestro cuerpo (la microbiota). Las funciones de la microbiota intestinal son múltiples: nos defiende contra los microorganismos nocivos, enseña al sistema inmunitario a distinguir entre amigos y enemigos, degrada las toxinas, permite la digestión de ciertos alimentos (como las fibras alimentarias) que el hombre no puede digerir y produce moléculas importantes (ácidos grasos de cadena corta, por ejemplo) cuyos beneficios van más allá del intestino, facilita la absorción de minerales (magnesio, calcio y hierro), sintetiza ciertas vitaminas esenciales (vitamina K y folato, B9) y aminoácidos.

Pero hoy en día, sabemos también que la microbiota intestinal influye en el comportamiento. Investigaciones científicas ya sacaron a la luz una conexión entre intestino y cerebro en el pasado. Investigadores de la Universidad Católica de Lovaina (UCL), en Bélgica, observaron que la mayoría de las bacterias intestinales humanas producen neurotransmisores, sustancias químicas como la dopamina y la serotonina que permiten a las neuronas (las células nerviosas del cerebro) comunicar entre ellas. Ya se sabe que estos neurotransmisores influyen en nuestro estado de ánimo y en nuestro comportamiento. Además, los científicos, bajo la dirección del microbiólogo Jeroen Raes, coautor del estudio publicado en Nature Microbiology, han descubierto que la microbiota intestinal de los pacientes con depresión carece de dos bacterias: Coprococcus y Dialister.

Otro descubrimiento importante es que muchas de las demás diferencias observadas entre la microbiota de las personas depresivas y las no depresivas se deben a los antidepresivos. Han comprobado por ejemplo que los Lactobacilos, que según estudios previos estarían implicados en la comunicación entre cerebro e intestino, eran más numerosos en los sujetos depresivos no sometidos a un tratamiento antidepresivo. Pero si se les administraban antidepresivos, no se producía este incremento. El otro hallazgo relevante del estudio ha consistido en la identificación de varias familias de bacterias vinculadas a una mejor salud mental.

Mucho tenemos para estar DE LA CABEZA cuando hablamos del “cerebro intestinal”. Hoy hablamos de la microbiota. ¿Seguimos con el tema en otras entregas?

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