Uno de los aspectos de mayor relevancia dentro del análisis y evaluación crediticia de una empresa, sea del segmento de negocios que lo fuere, hace referencia a la importancia de la capacidad y habilidad gerencial, para dirigir exitosamente una organización bajo cualquier tipo de condiciones que puedan rodear a su entorno (micro y macroeconómico).
Podrán mostrarnos muy buenos estados económico-financieros, con indicadores financieros que se encuadran dentro de la media del mercado, pero si en contrapartida falla el aspecto cualitativo, que atañe a la capacidad para manejar en forma eficiente y eficaz una compañía, lo cuantitativo no es que deja de ser importante, pero pierde el peso y la fuerza necesaria si la capacidad de la plana gerencial no es lo necesariamente hábil y con la flexibilidad para adaptarse y enfrentar con posibilidades de éxito cambios que puedan producirse tanto dentro de la organización como del mercado/segmentos de negocios en el que desarrolla sus actividades.
Cuando hacemos la evaluación del contexto global de los diversos aspectos cualitativos que deberían resaltar dentro de la estructura gerencial de una organización, no deberíamos obviar dentro de nuestro proceso global de análisis aspectos básicos como:
– Que la compañía cuente con objetivos claros tanto cualitativos como cuantitativos dentro de su estructura organizacional.
– Que el pronóstico de sus necesidades financieras reflejen todos sus objetivos previstos.
– Que su actual estructura organizacional les permita cumplir eficientemente con sus planes y objetivos de corto, mediano y largo plazo.
– Que se pueda visualizar una adecuada coordinación entre los distintos sectores de la empresa que beneficien tanto a los clientes internos y externos.
– Que la gerencia cuente con programas específicos que les permitan estar informados de cómo “se está moviendo el mercado”, qué están haciendo sus competidores y tenerlo bien claro los planes de acción a poner en marcha para el buen desarrollo de su gestión.
– Asegurarse que la alta gerencia analiza y evalúa tendencias de ventas (pasadas, presentes y futuras) con la debida antelación para reaccionar a tiempo y establecer planes de contingencia de ser necesarios.
– Que cuenten con una política de comercialización sólida y adecuada a los mercados que sirven como para hacer frente a un futuro crecimiento.
– Analizar la posibilidad de que aparezca un nuevo competidor y si la empresa cuenta o no con una razonable diversificación en sus líneas de productos.
– Reputación de la compañía y de sus principales directivos en el mercado.
– ¿Cuentan con una capacidad de producción mayor de la que precisan o es insuficiente? ¿En caso positivo, qué están haciendo para corregirlos?
– Evaluación de la actitud de la dirección ejecutiva de la empresa con respecto al nivel académico/profesional de sus recursos humanos.
– Estado de ánimo de los funcionarios y su actitud hacia la compañía.
La experiencia profesional, capacidad y habilidad de los puestos gerenciales son claves para la buena marcha de las empresas, debiéndose promover la descentralización de su estructura organizacional, otorgando responsabilidades y poderes a los mandos medios para que los altos ejecutivos puedan concentrarse el mayor tiempo posible en la planeación de nuevas estrategias y/o mejorando las existentes y analizando “cómo se está moviendo” la competencia, pues el objetivo primario no debe circunscribirse solamente al mercado doméstico, sino también crecer hacia afuera para lo cual los buenos gerentes deberán estar bien informados y actualizados de lo que ocurre tanto a nivel local, regional y de extrarregión.