- Por Gabriela Teasdale
- socia del Club de Ejecutivos.
Mientras el mundo sigue sufriendo la pandemia de coronavirus, una nueva sombra por un conflicto –que a los ojos de quienes lo miramos desde lejos carece de sentido– está haciendo sonar las alarmas. Y parece amenazar la paz que todos necesitamos para sobrellevar esta situación que arrastramos desde hace casi dos años.
Rusia y los países de Occidente se enfrentan por Ucrania, en un “tira y afloja” que la diplomacia increíblemente no ha podido resolver. Y ya la crisis ha sacudido también los mercados internacionales de materias primas, energía y metales, haciendo que la inestabilidad afecte toda la cadena mundial de estos recursos. Porque en un mundo globalizado, lo que ocurre en Kiev puede tener consecuencias que afectan nuestro día a día.
Así, el mundo pasa a lidiar con una espiral de precios altos como consecuencia de la crisis sanitaria, y ahora enfrentamos un conflicto que puede agravarla. En este contexto quiero reflexionar sobre la capacidad de nuestros líderes aquí, en Europa, en Estados Unidos y en todo el planeta, para hacer frente a cuestiones que nos golpean a todos y que no están encarando de la manera adecuada.
La paz mundial no es un cliché. A lo largo de la historia numerosos líderes lucharon por ella y para mantenerla, poniendo en riesgo incluso su vida, porque entendieron lo importante que esto era. Martin Luther King lideró la resistencia pacífica contra las políticas de segregación racial en Estados Unidos durante las décadas de 1950 y 1960, luchando contra la injusticia política. Mahatma Gandhi, ampliamente conocido como uno de los más grandes líderes del siglo XX, practicó el principio de Satyagraha: la resistencia a la tiranía en India a través de la lucha civil masiva no violenta. Nelson Mandela fue un incansable defensor de los derechos humanos y de la diversidad, que nos dejó lecciones valiosísimas sobre la capacidad para afrontar la adversidad.
Un determinante clave para el mantenimiento de la paz es el liderazgo. Se ha escrito mucho sobre los líderes, sobre la paz y sobre el liderazgo para la paz, pero poco sobre el liderazgo para mantener la paz. El liderazgo para preservar la paz significa que los equipos de liderazgo deben estar preparados para asumir la responsabilidad de no hacer daño. Los principios de no hacer daño incluyen la comprensión de que algunas acciones específicas, de corto plazo, para calmar conflictos violentos o producir un mínimo de estabilidad y seguridad, no contribuyen a una paz duradera. Entonces, en este momento en el que la eficacia de esos esfuerzos de mantenimiento de la paz está bajo escrutinio, prestemos atención al liderazgo para el mantenimiento de la paz.
No necesitamos más guerras, no necesitamos más conflictos. Estamos viviendo uno de los momentos más desafiantes en la historia de la humanidad. Y cargarlo con nuevas disputas que amenazan nuestra estabilidad es algo inviable, desde cualquier punto de vista. Por eso, es necesario que los líderes mundiales actúen como auténticos líderes. Que rememoren el legado de aquellos que nos sirven de ejemplo. Y, de ese modo, se dediquen a trabajar por el bien de toda la humanidad.