DE LA CABEZA

  • Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
  • Dr. Mime

Una de las secuelas sobre la salud mental que ha dejado la pandemia es el uso tal vez excesivo de contenido online al convertirse en la fuente principal de nuestra información, entretenimiento e interacción. Esta necesidad de consumir una gran cantidad de contenidos durante la mayor parte del día toma un giro oscuro cuando la mayoría de la información que circula son malas noticias. Desde la cobertura de la pandemia, hasta la de problemas sociales cuyo punto de ebullición ha llegado es prácticamente imposible que una gran mayoría de los contenidos que recibimos mientras recorremos internet sean negativos, estresantes o deprimentes. Sin embargo, debido a nuestros patrones de consumo de contenidos ya establecidos desde antes de la pandemia y la suma de estos eventos, continuamos desplazándonos a través de este cluster de noticias. A esto se le llama “doomscrolling” o “doomsurfing”, y podría estar afectando nuestra salud mental más de lo que nos percatamos.

En una época de incertidumbre como la que vivimos actualmente, la información es uno de nuestros mecanismos más básicos de defensa. Estar informados nos hace sentir seguros, nos da las herramientas para saber cómo navegar una crisis. Pero el exceso de información sobre una situación negativa puede tener efectos psicológicos adversos, ya que la forma en la que la información es presentada y cómo la acceden los usuarios ha cambiado significativamente en los últimos 15 a 20 años y lo ha hecho en detrimento de la salud mental de las personas. Las noticias actualmente se vuelven cada vez más visuales e impresionantes, además de estar mucho más a la mano gracias a la existencia de los teléfonos celulares y las tabletas. Estar expuestos constantemente a este tipo de noticias puede ser una experiencia intensa y causar síntomas como estrés, problemas para dormir, humor voluble, comportamiento agresivo, depresión o hasta estrés postraumático.

Pero, ¿por qué es tan difícil dejar de consumir estas noticias? Además de ser entretenido, el cerebro humano está diseñado para poner atención a noticias que nos asustan o nos agitan, a este principio se le llama sesgo negativo. El cerebro humano es naturalmente atraído a la información problemática porque está programado para detectar amenazas, no obviarlas, lo cual vuelve complicado ignorar las noticias negativas y ponerlas en pausa para buscar contenido positivo, nuestros cerebros están predispuestos, y la manera en que consumimos noticias lo refleja.

¿Cómo dejar de hacer doomscrolling? No existe una única solución para detener por completo el problema del doomscrolling. Pero sí un conjunto de hábitos que podemos comenzar a aplicar para disminuir tanto el tiempo que pasamos consumiendo malas noticias como sus efectos. Iniciar y mantener conversación en redes en vez de solo consumir contenido puede ser de ayuda para reducir el estrés producido por las noticias negativas. Conversar y exteriorizar tanto preocupaciones como temas positivos en línea puede generar un sentimiento de acompañamiento, el cual puede ser un apoyo auxiliar para generar menos tensión al momento de navegar contenidos. Otra medida puede ser diversificar las aplicaciones y curar la calidad del contenido que se consume, tener aplicaciones que no se relacionen con contenido informativo, ser conscientes acerca de las horas que pasamos en línea y las actividades que realizamos, de forma que podamos poner límites al tiempo que pasamos en aplicaciones con contenido informativo.

La prioridad de mantenernos informados es innegable, pero para mantener nuestra capacidad de pensamiento crítico y la estabilidad mental para superar un estado de crisis prolongado es necesario otorgarle al cuidado de la salud mental un lugar más alto en la escala de prioridades. Mantener hábitos de consumos de noticias más saludables es, sin duda, un buen primer paso. Porque, como siempre digo, la siguiente pandemia será la de la salud mental. Y eso es algo que nos tendrá DE LA CABEZA. Nos leemos en 7 días.

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