- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
En un día como hoy, en que el ir y venir de ramos de flores y chocolates conforman el paisaje, hemos de ratificar (también) nuestro amor al leitmotiv de este espacio, nuestra vieja y querida amiga: la política.
Cuando se ha estado en ambos lados del mostrador de la política, eso le aporta a uno cierta perspectiva que ayuda a ver todo el bosque y no entretenerse con el árbol, por más bello que sea en su apariencia. Cuando se ha hecho la conscripción que se inició en la escuela primaria como delegado de grado; posteriormente, presidente de curso, militante de movimientos estudiantiles, miembro del centro de estudiantes en el colegio secundario público más tradicional e importante al cual podía aspirar enviar a su hijo una familia de clase media baja, décadas atrás. El paso lógico siguiente era buscar el espacio desde donde seguir aportando.
Pero ese momento tardó en llegar, hubo de todo. Personas que decepcionaron, situaciones que frustraron, se conoció lo peor y también lo mejor de la militancia política. Gente que se creyó que sería para siempre y terminó durando lo mismo que dura una brisa fresca en una tarde de febrero con cuarenta y tres grados. Nada.
Entonces, y solo entonces, cuando se llegó a pensar que había que dejarlo, las cosas se alinearon y aquel espacio desde dónde aportar llegó de la mano de la asesoría primero, y luego escribiendo y opinando en medios de comunicación sobre aquello que tanto nos apasiona y de lo cual uno sigue tremendamente enamorado. Habiendo pasado unos años, se puede afirmar con total certeza que fue una elección mutua, se ha elegido la política y a la par, fue la política la que lo eligió a uno. Y hay que decirlo, se está cómodo aportando capacidad y talento desde el lugar de la asesoría y con cierta presencia mediática.
Todos los días se sigue apostando a una relación que a veces puede resultar conflictiva, enfermiza e incluso tóxica, pero hay que decir que es una relación que ha traído y seguirá trayendo enormes satisfacciones profesionales y personales. Convencidos de que es la única plataforma para generar profundos cambios que nos dejen un mejor Paraguay para nuestros hijos. Es por eso y por mucho más que hoy, 14 de febrero, es un buen día para decir que seguimos profundamente enamorados de esa mala palabra que empieza con p y termina con a: la política.