Primero, quisiera decir qué no es el cristianismo: el cristianismo no tiene como fundamento un credo. Aunque es cierto que el cristianismo tiene un credo y que es importante todo lo que cree de ese credo, muchos podrían creer todos los credos, pero no ser cristianos. Santiago 2.19 dice: “¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! Los demonios también creen, y tiemblan”.
El cristianismo no es un código de conducta moral. Muchas personas creen que, si una persona se porta bien, ni siquiera importa lo que crea. Dicen: “Mientras hagas el bien, no importa en lo que creas, Dios te va a aceptar”.
Podría haber cristianos que tratan de guardar ciertos códigos morales, pero eso no los hace cristianos. Muchos no creyentes también tienen valores morales elevados.
El cristianismo no es fundamentalmente un culto, o sea, un sistema de adoración religiosa. Podría ser que una persona regularmente asista a la iglesia, participe activamente del servicio, haya hecho la Santa Cena y el bautismo y todos los sacramentos, pero no sea un verdadero cristiano. Los fariseos, en tiempos de Jesús, también eran muy observantes del culto religioso, pero Jesús los llamó “hijos del diablo” (Jn 8.44).
De manera que el cristianismo no es tan solo un credo, una conducta moral o un culto. No obstante, es importante entender que el credo, la conducta y el culto con sus observancias son importantes y ocupan un lugar en la vida cristiana, pero ellas solas, de por sí, no nos hacen cristianos.
Entonces, ¿qué es el cristianismo? La respuesta es que el cristianismo es Cristo, el cristianismo no es una ideología, ni un credo, ni una conducta, ni una religión, es una persona: Jesucristo. Todo lo anterior sin Cristo es un engaño.
Ser cristiano es conocer a Cristo como nuestro amigo, eso dijo en Juan 15.15: “Os he llamado amigos”. Ser cristiano es tener una relación íntima con Cristo. En 1 Pedro 1.8 dice: “Ustedes lo aman sin haberlo visto”. Pablo habla nuevamente del “incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3.8). Todos estos versos nos hablan, no de un conocimiento intelectual sino de una relación personal con alguien a quien conocían y amaban. Es muy distinto saber algo de alguien que conocer a alguien.
Ser cristiano es obedecer a Cristo como Señor. Un fundamento de la fe cristiana declara que “Jesús es el Señor” de todo cristiano (Romanos 10.9). Pero una pregunta hecha por Cristo nos tendría que hacer reflexionar: “¿Por qué me llaman ustedes ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que les digo?” (Lucas 6.46).
“Jesús es el Señor” es la confesión más antigua de todas (Ro 10.9-1; Fil 2.11) y tiene enormes consecuencias porque, cuando Jesús es verdaderamente nuestro Señor, Él dirige nuestras vidas y nosotros aprendemos a obedecerle con gusto. Todo entra bajo su señorío. Nuestra vida, nuestra familia, nuestro matrimonio, nuestra sexualidad, nuestro trabajo, nuestras posesiones, nuestras ambiciones y nuestra forma de divertirnos. “Esencialmente, el cristianismo es Cristo. Se trata de una relación personal con Cristo en nuestras vidas. Él es nuestro amigo, salvador y señor” (Sobre la Roca, J. Stott).