Son las ideas las que generan constantes movilizaciones personales. Al surgir se pueden producir muchos desenlaces, algunas apenas suceden dejan su espacio para otras que vienen con mayor fuerza, están las que se instalan con insistencia, las que piden espacio, o las que requieren ser atendidas, como también las que de una u otra forma se apoderan de todo el territorio pensante, o al menos eso tratan de hacer. De cualquier manera, las ideas tienen sus intenciones y sus historias. De alguna forma lo que se produce tiene un origen, una razón aunque sea remota, una pizca de pasado reciente o quizá un lejano retaso de un acontecimiento sucedido; es extremadamente amplia y profunda la posible formación de esas frases que pueden rondar por el mecanismo abstracto del ser humano.

Es cierto que no puede detenerse su producción, o al menos de forma permanente, aunque pueden haber momentos donde ante una determinada situación no fluyan contundentemente y no se hagan sentir, así ante una concentración total, durante un hecho puntual, es probable que la propia conciencia esté abocada al instante y en ese estar no se detenga en la recepción de una idea puntal o en la aceptación natural de la afluencia de una o varias de ellas. Por lo tanto, donde hay ideas hay potencialidades vitales.

En una vida abundan las ideas. La cantidad quizá hasta no pueda ser medida, ¿se podrían identificar y enumerar todas las ideas de cada etapa transcurrida durante nuestro vivir? Lo que sí sabemos es que es inagotable el manantial de las mismas.

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La riqueza de idearios es propia de la humanidad. La colosal estructura neuronal que cada persona posee garantiza el auge permanente de la presencia de razonamientos o imágenes mentales. Por lo cual, podemos ser creativos, ingeniosos, clarividentes, soñadores, juiciosos, pensadores, reflexivos y forjadores de iniciativas que nacen de la fugacidad de un pensamiento, que da luz a otros y así sucesivamente hasta que cada cual encuentra el tiempo diario para descansar. Pero durante todo ese andar cotidiano, ¿el espectro imaginario puede direccionarse hacia algún lado? Si se lo decide guiar, claro que sí. Entonces puede ser muy útil para los fines que se proponga; es más, se transforma en determinante porque, de acuerdo a lo que se disponga idearse, hacia allá irán las fuerzas aplicadas. Son las ideas las que dan el puntapié inicial a un gran proyecto. Y durante su ejecución son las que lo sostienen, las que lo retroalimentan, las que lo fortalecen con las visiones que los hechos van enseñando. Las ideas necesitan de la voluntad, esta es la madre de todas las realizaciones.

Todo lo que acontece nació de una idea. A Alguien le fluyó, la atendió, la maduró, la reflexionó, decidió ponerla en práctica, la transmitió, la compartió, la transformó conforme a lo que recibió como respuesta y la volvió a exteriorizar. Sin la presencia de los demás las ideas pueden quedar solo en eso, es que donde hay entornos hay potables espacios para hacerlas vivir. En ellos es factible crear ideas colectivas, hechas de forma conjunta, surgidas desde la particularidad de las mentes que las ocasionan y que las comparten y las hacen parte de otras que tienen sus propios rasgos, y que están dispuestas a formar y construir ideas sociales sólidas y plurales.

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