- Por Felipe Goroso S.
Hugo Velázquez al parecer ha puesto quinta a fondo a su campaña, que hasta ahora, y por lo que se ve, pasa más por el atropello a las instituciones que por un planteamiento de políticas públicas, y mucho menos de propuestas concretas a la ciudadanía.
El juicio político a la fiscala general del Estado se inscribe en este marco de acción y, al parecer, referentes de la oposición ya perciben lo peligroso que podría ser seguir a tambor batiente el ritmo de la intensa interna colorada. La movida se empezó a posicionar apenas se dio el rechazo al juicio político a Arnaldo Giuzzio en la Cámara de Diputados.
Un cálculo mal hecho, a las apuradas y en medio del mareo que trajo el festejo por haber trabado la iniciativa constitucional que implicaba el cambio de la cabeza encargada de la seguridad de los paraguayos, pintó un escenario favorable para sacar a la cabeza del Ministerio Público, objetivo largamente acariciado por el segundo del Ejecutivo, faltando apenas un poco más de un año para que concluya el mandato actual de Sandra Quiñónez.
Raudos y veloces salieron los voceros y operadores del Vicepresidente para instalar el tema en la agenda, dejando con eso en evidencia las ansias y el apuro por hacerse del cargo. Sin embargo, Hugo Velázquez tiene una vieja compañera: la desconfianza en torno a todo lo que haga y diga. Eso es lo que marcan las encuestas y es lo que puede verse al recabar las opiniones de referentes de la Cámara de Senadores.
El arco opositor, desde los moderados hasta quienes suelen tener posiciones más extremas, todos coinciden en que el peor error sería cumplirle al Vicepresidente el añorado sueño de tener su propio fiscal general. La operación política que tiene como cara visible al ministro del Interior caló tan hondo al respecto del modus operandi para apretar a quienes se oponen al oficialismo, que incluso hizo pensar a aquellos que, sin ser colorados, se muestran aliados del Gobierno en el Congreso Nacional.