Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
MBA
Socio-consultor
El empleo de políticas es vital para la buena planeación y ejecución de planes estratégicos y cursos alternativos de acción.
Para que podamos lograr la mayor parte de los objetivos predeterminados es indispensable que contemos con políticas gerenciales y administrativas bien delineadas que se adecuen a la estructura organizacional y segmentos de negocios explotados por la compañía.
Constituyen una parte fundamental de la planeación estratégica que coadyuva al logro de los resultados esperados tanto en lo cualitativo como cuantitativo.
Dan a conocer las intenciones de sus directivos, concernientes a las distintas actividades desarrolladas por la organización, y son decididas en forma proactiva, antes que aparezca la necesidad de llevarlas a cabo.
Es sabido que quien delega autoridad concede el derecho de tomar decisiones y de hacer porque se puedan cumplir en tiempo y forma.
Constituyen también medios orientados a que el que tiene autoridad delegada la aproveche y se perfeccione en aplicarla, dado que es necesario que hagan un uso efectivo del mismo que les permitan realizar su trabajo en forma eficiente y eficaz dentro de un mundo cada vez más competitivo, cambiante y vertiginoso.
Las políticas dentro de las empresas son necesarias para coordinar eficientemente los esfuerzos de un grupo; ayudan a producir acciones armónicas, de tal manera que cada una se adapte al conjunto que va contribuyendo al logro del objetivo final.
Aunque existan diferentes tipos de políticas aplicadas dentro de una compañía, es importante que todas estén razonablemente integradas para que las normas e instrucciones que dan sean uniformes y tiendan a apoyarse entre sí.
La integración ayuda a conseguir que la ejecución del trabajo sea uniforme, ordenada y eficiente. Y sobre todo que se entienda claramente para poder llevarlas a cabo en función a lo planeado previamente.
Deben formularse solo después de prever cuidadosamente todas las contingencias posibles. Las realizadas sin un análisis/evaluación previo resultan con frecuencia poco satisfactorias y de relativa aplicabilidad.
Se recomienda que sean completas y que muestren suficiente flexibilidad para poder emplearla en cualquier situación coyuntural que se presente y que se adecuen a las características intrínsecas de la organización.
Su formulación debería tener prioridad y precedencia, tanto cuando se establece una empresa, como cuando se planean cambios en una ya existente, más aun teniendo en cuenta el extremo dinamismo observado hoy día en los mercados y del cual el nuestro no escapa a ello, pues justamente su estrechez lo hace cada vez “más peleado” y competitivo.
Es una labor constante, debido a que hay cambios en los objetivos y a que las condiciones generales del medio tampoco permanecen constantes. En el monitoreo/seguimiento de los resultados que se van obteniendo radica uno de los principales factores críticos de éxito.
La estabilidad de las mismas es esencial para el éxito de una organización. Al cambiarlas con demasiada frecuencia suele ser muchas veces de consecuencias indeseables.
Es preferible que se los formulen por escrito. Una escrita es concreta, pues los gerentes se ven obligados a pensar a fondo en las normas de acción necesarias para lograr los objetivos y metas institucionales.
Tiende a fomentar un mejor entendimiento y conocimiento de lo que se trata de realizar.
Los objetivos llegan a cada uno de los niveles administrativos de la compañía en términos más familiares y significativos sin necesidad de estar buscando términos “rebuscados”, que en vez de flexibilizarlos podrían agudizarlos.
Si bien las políticas dentro de las empresas marcan el rumbo correcto a seguir, no deberían de ser inflexibles, pues hoy día los jóvenes millenials y de la generación Z lo que aprecian es que se les pueda dar autonomía, posibilidad de participar activamente, de hacer sugerencias y recomendaciones, pues el esquema estructural rígido que teníamos en el siglo XX hoy día ya se han convertido en “historia antigua”.