Estos 2 años no fueron la crisis del Medio Oriente, con amenazas nucleares en manos de talibanes ni tampoco la locura del dictador norcoreano que nos hace temer con armas de destrucción masiva o armas químicas en manos de separatistas rusos. Nada parecido… Fue una partícula minúscula de 0,12 micras que nos hizo temblar. Un virus microscópico que nos ha mantenido en jaque ya por casi dos años. Y si bien hoy estamos más tranquilos por estas latitudes (cosa no explicable, sobre todo en nuestro país con tan bajo nivel de vacunación), este maldito bicho sigue haciendo de las suyas en otras regiones.
Aunque a lo largo de la historia hemos leído sobre pestes y pandemias terribles, la sociedad actual, con el gran avance de la ciencia y la medicina, no se esperaba tal infierno. Repasando brevemente algunas de las grandes batallas epidémicas o pandémicas que la humanidad ya ha atravesado encontramos la peste de Justiniano, que dejó con un 40% de la población de Constantinopla en situación perecida. También la peste negra, que hizo mermar la población europea de una cantidad de 80 a solo 30 millones de personas. Y luego le siguieron la viruela, la gripe española, entre otras.
Pero el hombre de hoy no estaba preparado para tal amenaza en estos tiempos modernos. Incluso la minimización en el inicio de esta enfermedad colaboró con su propagación. Pero, ¿qué hemos aprendido sobre la pandemia? Esbozo algunos temas que considero particularmente hoy reflexivos.
Primeramente, estamos en esta vida de prestado y cuando Dios dispone, sin consultarnos puede llevarnos o darnos una nueva oportunidad. Vivir la vida a pleno, sin postergaciones, debe ser imperativo para todos. También la solidaridad del ser humano, de cada ciudadano, pues la colaboración en nuestro país se ha demostrado firme y vigente como nunca. Por otro lado, el dinero ayuda, pero en muchas ocasiones no salva vidas y esta enfermedad no distinguió clases sociales, se llevó tanto a ricos como a los más carenciados. A su vez, hemos tomado más conciencia del valor de los afectos, a tal punto que la familia de un “simple abrazo” pasó a ser una gran alegría cuando pudimos nuevamente hacerlo. El amor se ha revalorizado y cotiza mucho más que el oro. Hemos aprendido a ser más austeros, sin saberlo, podíamos vivir con menos. Esta tremenda crisis ha sido una gran oportunidad de nuevas enseñanzas. Empresarialmente hemos salido de nuestra zona de confort y usado como nunca nuestro pensamiento lateral para poder sobrellevar una dura crisis económica.
Pero el 2021 todavía no termina y la pandemia tampoco. Y esto también es nuestra gran culpa. Primeramente, gobiernos irresponsables o pésimos gestores que al momento que más precisábamos las vacunas, la impune corrupción hizo caer o retardar las compras de vacunas. Pero eso pasó, y ahora la irresponsabilidad es de la sociedad, de los “no vacunados”. Personas que particularmente consideramos “irresponsables y egoístas”. Pues su no compromiso con la mitigación a través de la vacuna retrasa esta gran batalla pandémica. ¡Todo paraguayo debe vacunarse! Impulsemos y ayudemos a que suceda.