Hoy voy a usar este espacio para reproducir algo que leí por las redes, creo que es claro, simple y contundente:
“...Estoy completamente vacunado, no sé “qué hay dentro”. Ni esta vacuna ni las que tenía de niño. Me han vacunado contra muchas enfermedades a lo largo de mi vida. Sarampión, paperas, polio, varicela, ictericia, meningitis, neumonía, gripe, tétanos, pertosis. Rabia después de ser mordido, rotavirus, fiebre amarilla, influenza, etc.
Mis padres (y yo) confiamos en la ciencia; cuando mi hijo necesitaba ser vacunado lo hice sin hacer preguntas innecesarias. Tampoco sé lo que hay en el secreto 11 especias del pollo frito de KFC, la Salsa Secreta del BigMac o las 230 hierbas del Terma Cuyano.
Tampoco sé exactamente qué hay en el ibuprofeno o el paracetamol –solo curan mis dolores de cabeza y mis dolores varios, bajan la fiebre...–.
No sé lo que hay en la tinta de tatuajes, botox y rellenos, o cada ingrediente de mi jabón, champú o desodorantes, ni ustedes saben lo que hay en el líquido de sus “vapeadores”. No sé el efecto a largo plazo del uso del celular, o si ese restaurante en el que acabo de comer realmente usó alimentos limpios y se lavó las manos.
Hay muchas cosas que no sé. Sé una cosa: la vida es corta. En lo personal todavía quiero hacer muchas cosas más para viajar y abrazar a la gente sin miedo, y encontrar un poco de sentimiento de vida “antes”. Estoy vacunado con triple dosis, no para complacer al Gobierno, ni para obligar a otras personas a hacerlo.
Pero yo no quiero: enfermarme o aun menos morir de covid-19, como millones, ser una carga para el que tenga que cuidarme en el hospital si estoy enfermo, morir o ver morir familiares o amigos sin poder abrazarlos. No quiero vivir con miedo, porque algunos “sospechen, imaginen o elucubren conspiraciones”.
Más claro no se puede decir...”. Vacúnense y déjense de joder, el cruzar la calle o respirar el humo del escape de un colectivo es más peligroso...