- Por Eduardo “Pipó” Dios
- Columnista
La lucha interna colorada se adelantó 6 meses, la lucha por la candidatura presidencial, porque la interna no paró nunca tras la victoria electoral del 2018, inclusive antes de asumir, la traición de Marito y los suyos, no tardó más que días en aparecer y no desaparecer jamás.
Hubo varios momentos de crisis dura y momentos de acercamiento, generados por la incapacidad e inutilidad del Gobierno, por sus propias torpezas, inmoralidades y falta absoluta de rumbo, cuando se vieron acorralados y llamaron a las puertas de Honor Colorado, para pedir socorro.
Se les advirtió y lo saben, que sus aliados “pseudoopositores” tienen otra agenda totalmente opuesta a un triunfo colorado en el 2023. De hecho si no hubiera habido “concordia colorada”, las derrotas en las municipales hubieran sido 3 o 4 veces más, muy lejos de la hegemonía que hoy tiene la ANR en las intendencias y juntas municipales.
Pero una pésima lectura, una vez más, de cierto grupo duro del añetetismo, que sabe explotar los celos y las debilidades de un Presidente resentido e incapaz de gobernar ni su curso del colegio, les hizo embarcarse en una aventura electoral, con un modelo que atrasa 30 años. Exactamente una generación.
El modelo que proponen, detrás de Hugo Velazquez, es el viejo modelo de “con estructura y el Estado le ganamos a cualquiera” o como decía el finado Dr. Argaña, que “ganaba hasta con el pato Donald”.
Es extraño este error de estos viejos zorros, mezclados con algunos no tan viejos, de creer que en el 2022 se puede aún imponer a un candidato sin carisma, sin buenos antecedentes en todos los campos y simplemente imponerlo a fuerza de aprietes, cargos, dinero y amenazas. Pero su apego a seguir exprimiendo el país los ciega.
Cualquier asesor serio te diría que la imagen que proyecta el candidato pesa aun más que el sector del que proviene, su ideología misma y hasta quienes los rodean.
Pretender, por otro lado, atacar a Santiago Peña por venir de ser ministro de confianza y muy cercano a Horacio Cartes, otro error grave. ¿No se les ocurrió mirar antes qué piensa, por un lado, el elector colorado, y luego el elector no colorado de Horacio Cartes y su gobierno?
¿Creen que lo que digan un par de medios caídos en la más absoluta falta de credibilidad, por sus propios errores (o fatos o complicidad reiterada con la inmoralidad y el robo oficialista) representa el pensamiento popular?
Craso error, Efraín Alegre y Desirée Masi, abanderados del anticarto-centrismo, o sea los que basan su vida en culpar a Cartes de hasta cuando su desodorante les abandonó, están cada vez más solos. Efraín sobrevive gracias a la división de su pobre partido con un 30% y por un pelito, y las municipales les mostraron la dura realidad, ni los pasquines pagados, ni sus periodistas rentados han conseguido levantar el muerto. Los candidatos que baraja la oposición dan más pena que otra cosa. Tuvieron que reconocer que las campañas “anti” ya no venden, y saben en su fuero íntimo que Cartes, más que odio, genera esperanza, que la gente no lo ve como responsable del quilombo en que ellos nos hacen vivir, esta mezcla de gavillas, zoqueteros, pillos y peajeros multicolor que nos sorprende día a día con sus continuos robos, desprecio por el pueblo y descaro absoluto. Y así las comparaciones son más que odiosas.
No es el camino, pero al enemigo no hay que avisarle cuando está cometiendo errores.