El poder mágico del pensamiento: Algunos creen que la telepatía es una especie de Zoom de emergencia para el cerebro. No existe ningún estudio bien documentado y fundamentado en investigaciones sólidas, utilizando el método científico, que avale la existencia de poderes mentales, como la telepatía, la clarividencia, la precognición o la telequinesia.
Es decir, todo lo que se dice en torno a estas es, de nuevo, una “farreada”. Al menos hasta que se demuestre lo contrario. Las investigaciones sí han mostrado, sin embargo, que las sociedades que ven amenazada su seguridad y que sienten miedo y desánimo –¿le parece conocido?– tienen niveles más altos de pensamiento mágico, en el que se da por real lo sobrenatural. Curiosamente, o quizás no tanto, los niveles de aceptación de este pensamiento son menores si hay sensación de seguridad, una buena educación y formación intelectual y un alto nivel de desarrollo económico. Sin embargo, los poderes mentales son una mentira muy aceptada en occidente. En el 2005, un estudio mostró que el 41% de la población adulta de Estados Unidos cree en ellos.
El 31% cree en la telepatía y el 26% en la clarividencia. Actualmente se piensa que la fe en lo paranormal se sustenta sobre la fuerte necesidad de creer en algo superior y en el hecho de que, frecuentemtente, todos tenemos experiencias ocasionales que nos parecen extraordinarias y que desafían las explicaciones “normales”. Una de ellas es la clásica coincidencia de pensar en alguien y que esa persona llame al teléfono. ¿Será un caso de telepatía? ¿Entonces por qué no funciona si intentamos repetir la operación?
Comunicación mental entre madres e hijos: La telepatía nunca ha funcionado hasta el momento en experimentos hechos por científicos. Circula por doquier la idea, bastante reconfortante, de que existe una comunicación telepática entre hijos y madres. Por desgracia, ninguna investigación ha podido demostrarlo. Y se ha intentado. Estudios hechos con personas muy afines emocionalmente, algunas de las que eran gemelos univitelinos, han comprobado si realmente existe una comunicación mental a distancia. En estas pruebas, un supuesto emisor se sentó en una mesa, en el interior de una habitación aislada. Otro receptor de “ondas telepáticas” se sentó en otro lugar distante. Los científicos midieron la actividad cerebral de ambos y se les hizo ver una sucesión de fotografías. Se le pidió al emisor que enviara a través de su poder telepático lo que estaba viendo en las imágenes. En la otra habitación, el receptor tenía que sentir si la imagen que estaba viendo era la que había visto su allegado emisor. La estadística no mintió. De las 3.687 respuestas emitidas por los receptores, aproximadamente el 50% era acertado. Esta precisión es justo la que se esperaría si las respuestas, que fueron “sí” o “no”, hubieran sido dichas por azar. Al menos sabemos que Whatsapp es más eficaz que la telepatía para compartir imágenes.
La levitación y los “viajes astrales”: Todos hemos tenido en algún momento esa molesta sensación de no querer estar donde estamos –especialmente los lunes por la mañana–. Algunas personas, propensas al pensamiento mágico, aseguran que su poder mental puede lograr lo imposible, y hacerles salir de su cuerpo, o elevarse del suelo. Muchas tienen en común haber pasado por duros trances: fuertes impresiones, mucho estrés, la cercanía de la muerte o los perniciosos efectos de las drogas. Algunos enfermos han dicho haber sentido la sensación de dejar atrás su cuerpo y hay pacientes recuperados de la anestesia y de duras operaciones que llegaron a ver su propio cuerpo sobre la mesa de operaciones. Los epilépticos a veces tienen sensaciones que describen como “elevación del suelo”, “alejamiento de uno mismo” o “salir fuera del cuerpo”.
Por suerte, los neurólogos han vinculado estas inquietantes vivencias con una actividad anómala del lóbulo temporal del hemisferio derecho. Una actividad que, por cierto, aparece justo antes de los ataques epilépticos. En el imaginario colectivo, todo esto ha encajado muy bien con la noción religiosa y filosófica de que existe un alma separada del cuerpo. Además, siempre se ha dicho que San Pablo, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz levitaron. Por el momento, no hay ninguna evidencia científica, ninguna observación o experimento, bajo método científico, que avale su existencia. Es un fenómeno solo subjetivo, una sensación nunca confirmada por observaciones hechas por otros y referidas con datos y pruebas contrastadas. Por tanto, la levitación es otro mito, hasta que se demuestre lo contrario. Si todavía así le queda un resquicio de duda, el neurocirujano canadiense Wilder Penfield dio con una forma de inducir la sensación de levitación. En operaciones quirúrgicas para tratar ciertos tipos de epilepsia, comprobó que estimulando con electricidad un área concreta, los pacientes decían verse flotando en el aire y contemplando su propio cuerpo en la mesa de operaciones. Aparte de lo logrado por Penfield, la literatura médica está llena de testimonios similares recogidos entre los pacientes.
Existen muchos más neuromitos que los abordados en estas semanas, pero creo que es tiempo de dar paso a otros temas DE LA CABEZA. ¿Seguimos?