- Por Juan Carlos Zárate
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Las pymes constituyen el centro del sistema económico de nuestro país, no aprovechado en su justa dimensión por diversos factores.
Ahora más que nunca debemos superar y hacer que se constituyan en las principales fuentes generadoras de empleo, focus al cual deberá ir orientado los esfuerzos no solo del sector gubernamental, sino también del privado.
Se caracterizan por generar una importante cantidad de mano de obra, no solo aquí, sino a nivel mundial. Esta cifra se incrementa conforme se automatizan las grandes empresas, con la correspondiente reducción de sus nóminas de pago.
Este importante segmento de negocios ha proporcionado históricamente una de las mejores alternativas para la independencia económica.
Ofrecen el campo experimental para generar, con frecuencia los nuevos productos, ideas y formas de hacer las cosas. Su importancia no solo puede medirse por el número de establecimientos, también por el capital invertido que representan, el valor de su producción, las materias primas que consumen, la formación de capital, los empleos que generan y la capacidad de compra que dan a la población trabajadora mediante sueldos y salarios.
Contribuyen a elevar el nivel de ingresos de la población al crear un mecanismo redistributivo de la propiedad entre parientes y amigos que son quienes forjan una idea e inician una actividad económica/industrial en pequeña escala.
El tiempo sigue su curso en todas las fases de la vida de una empresa: objetivos, planes, normas, sistemas, procedimientos, métodos, técnicas, etcétera, se registran cambios en objetivos, de propósitos empresariales y en la filosofía administrativa.
Los éxitos de ayer estaban basados principalmente en la habilidad, el valor, la fuerza, la imaginación y el sentido común de algún hombre enérgico.
Hoy sabemos que uno de los principales requisitos para que un administrador tenga éxito es comprender a la gente que colabora con él.
La administración de empresas modernas pequeñas y medianas está dividida en diversos agentes a los que se les da atribuciones y funciones especializadas, que deben articularse en un conjunto coherente.
Integra a empresarios, promotores, administradores, técnico y especialistas que ocupan las posiciones clave en la organización y cuya acción se hace sentir en todas las áreas de la administración.
El indicador más usado para definir si una empresa es competitiva o está en problemas, es su situación financiera. Una empresa exitosa estará generando utilidades y una en problemas no alcanzará siquiera a cubrir sus gastos rígidos. Es de fundamental importancia para un empresario no solo saber si le va “bien o mal”, sino también la respuesta a la pregunta, ¿por qué le va como le va?
La empresa familiar es la forma empresarial predominante en el mundo.
Si bien es cierto que muchas de ellas son “microempresas” de propiedad individual que quizás difícilmente pasarían de una generación a otra, no es menos cierto que entre ellas se encuentran también, algunas de las mayores y más exitosas empresas a nivel mundial.
No es fácil la labor del empresario familiar, y lo más difícil posiblemente, es la gestión de los estrechos vínculos entre familia-propiedad-empresa.
En el pasado cuando se hablaba de empresas familiares se tenía la primera impresión de que nos referíamos a pequeñas entidades de negocio, con procesos ineficientes.
Sin suficientes recursos económicos, alta discrecionalidad y hasta tecnologías muy obsoletas. Hoy todos entendemos que no es así.
Si bien nuestro país sigue aún algo distante a todo ello, no obstante se debe apuntar siempre a la excelencia y aprovechando la globalización de los mercados y nuestra relativa buena posición macroeconómica y con un crecimiento hacia afuera cada vez más diversificado, pues las pymes, bien podrán constituirse en actores estratégicos de relevante importancia.
Pero para que todo ello tenga la fortaleza necesaria, precisan de un mayor apoyo crediticio, logístico y del manejo correcto de las coordenadas que hacen a una buena educación financiera.