- Por Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
No resulta muy complicado ser buen hombre de créditos si conocemos los factores y aspectos básicos que conllevan esta tarea. Conseguir todos esos factores muchas veces se constituye en el problema primario.
El sentido “del olfato” en créditos tiene un valor inconmensurable pero que se va agudizando solo a través de los años y con la experiencia.
Hay dos preguntas básicas para hacer a cada prestatario: primera, “porque necesita el dinero” y segunda “cómo va a repagar el préstamo”.
En períodos de bonanza, exceso de liquidez o buen comportamiento de los mercados la segunda pregunta no suele ser hecha tan regularmente, pues se dan a veces circunstancias en que entidades financieras ponen más énfasis en otorgar créditos que en pensar cómo los pueden recuperar en tiempo y forma.
Hasta hace algunos años los desembolsos crediticios eran a menudo otorgado basándose más bien en el valor de los activos, y se pensaba que un préstamo respaldado por una garantía constituía un préstamo bien estructurado cuando que bien sabemos lo que nos debería interesar es la capacidad de repago del prestatario, dado que las garantías son accesorias.
La evolución de la técnica del flujo de caja o cash flow es una creación de la banca norteamericana, y ha demostrado ser tan exitosa en los últimos 25-30 años que hoy día podemos decir que ya prácticamente el 100% de los países los utilizan en sus análisis de riesgos de crédito.
En la actualidad, la segunda pregunta es por lo común tan básica como la primera y todos los préstamos deberán hacerse mediante un plan concreto de repago.
Qué respuestas consideraremos para la pregunta, ¿cuál es el propósito del préstamo que se requiere? Las respuestas pueden ser desglosadas en dos amplias categorías. La primera es para capital operativo o de trabajo, la segunda es para inversiones en bienes de capital.
La necesidad del prestatario de capital en giro generalmente surge de dos fuentes importantes, rotaciones en el inventario y cuentas a cobrar. Estos movimientos deberán ser de una naturaleza temporaria.
Si la temporada de ventas de una compañía se concentra por ejemplo en la primavera tendrá que fabricar la mercadería durante el invierno. Pueden ocurrir movimientos similares en las cuentas a cobrar que en razón de fechas durante estaciones o desiguales épocas de ventas pueden llegar a un pico en ciertas épocas del año.
Una compañía puede estar suficientemente capitalizada como para financiar estos desniveles con sus propias fuentes, trayendo fondos ociosos durante épocas fuera de temporada o puede dirigirse a su banco y/o financiera para asistencia a fin de afrontar su pico.
Estos picos sin embargo siguen por lo general un modelo temporáneo y bien establecidos. Una institución financiera no deberá prestar fondos con fines especulativos, aunque se podría dar que en ciertas épocas en un ciclo puede resultar prudente para una industria cubrirse con materias primas más allá de lo necesario para dicho propósito (pero debería ser la excepción y no la regla).
Fundamentalmente espera que los préstamos destinados a financiar capital operativo o de trabajo que los realizaron sean autoliquidados.
Se suele anticipar muchas veces que los beneficios del inventario estacional, que ha financiado, reembolsaran su préstamo o, si el préstamo es para financiar su pico de cuentas a cobrar, estas se convertirán en efectivo a la fecha de vencimiento para repagarlo.
Si el prestatario no puede reembolsar dichos préstamos en las fechas convenidas inicialmente, la entidad financiera estaría en la práctica suministrando capital en giro permanente.
La palabra crédito significa credibilidad y confianza, y es lo que en todo momento el prestatario debería de honrarla, para que pueda tener “las puertas abiertas” para sus futuras necesidades de capital de trabajo o inversiones en bienes de capital.