La política crediticia de una empresa, sea del segmento de negocios que fuere, no está sujeta al mero capricho de las mismas, sino depende de varias circunstancias, situaciones y variables específicas que se deben sopesar en función al tipo de negocio y productos que los comercializan.

El entorno económico externo dentro del cual desarrollan sus actividades tiene un peso estratégico fundamental para la conformación de una buena política crediticia.

Ahora más que nunca se impone que puedan reinventarse y acomodar sus concesiones de créditos a la capacidad adquisitiva de los consumidores, que se han visto sensiblemente disminuidos en su capacidad de compra con esta crisis económica y sanitaria que nos azota desde hace un año y medio y en donde de a poquito empezamos a ver “la luz al final del túnel”.

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Basado en la evolución y comportamiento del mercado objetivo dentro del cual desarrollamos nuestras actividades, las empresas estarán en mejores condiciones de decidir acerca de las condiciones de venta que llevan adelante, y que no afecten negativamente a la capacidad de repago de sus clientes que puedan incidir en los índices de morosidad afectando al resultado del ejercicio y debilitando la gestión económica-financiera de las mismas.

Las variables endógenas y exógenas están interrelacionadas con el universo macroeconómico, en que desenvuelven sus actividades, y que serán la base primaria a seguir para determinar las principales pautas que hacen a su espectro de política crediticia.

Muchas empresas que pudieron mantenerse durante esta ya larga pandemia sanitaria tuvieron que poner toda su capacidad creativa e innovativa para poder “seguir en carrera”.

La evolución de su gestión económica-financiera-patrimonial está influida por las variables a nivel macro y microeconómico para poder enfrentarlas con éxito y a su vez contar con la ductilidad necesaria para adaptarse a los permanentes cambios y tendencias que se dan en el mercado y en especial al comportamiento y evolución de los niveles de facturaciones de los productos que los comercializan.

Suelen conjugarse habitualmente 2 factores que son los que los diferencian de la competencia a saber:

Precios: El tener precios de venta más competitivos vs. sus similares del mercado se constituye en uno de los aspectos que se deberían tener en cuenta para una gestión económica razonablemente buena, y que luego de la cobertura de su estructura de costos y gastos, les puedan seguir dejando márgenes de rentabilidad que les permitan mantenerse vigentes dentro de un mercado doméstico cada vez más competitivo.

Diferenciación en los productos y servicios: Una empresa que oriente sus estrategias a una política de diferenciación, lo que buscará es la forma de poder tener ventajas competitivas/comparativas en cuanto a calidad y servicios ofrecidos a su clientela.

Tengamos en cuenta que la función de las mismas no se reduce solo a facturar, sino ofrecer paralelamente un servicio de posventa eficiente y que satisfaga los requerimientos de la clientela cada vez más exigente.

Es importante considerar que la política crediticia no está sujeta solamente a lo que atañe a la comercialización de sus productos, sino que también cobra relevancia ver la fortaleza de la posición económica-financiera en que desenvuelven sus actividades dentro del mercado.

Hoy día con la activa competencia que se observa dentro de nuestro mercado doméstico, las políticas de ventas y de créditos de las empresas son cruciales, y más aún si dentro de su espectro de productos comercializados cuentan con líneas de marcas reconocidas, no exentas de la competencia de otras marcas/modelos similares en un momento muy especial en que muchas de ellas tan siquiera están pudiendo cubrir sus costos y gastos operativos fijos, pues es sabido que las ventas generan ingresos, y los ingresos son la fuente primaria para el pago de sueldos al personal además de los otros gastos rígidos mensuales. Así de simple.

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