“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

El conjunto de la región latinoamericana y caribeña (33 países) verá bajar su ritmo de crecimiento en el 2022 de acuerdo con las proyecciones de desaceleración general que maneja el último estudio de la Comisión Económica Para América Latina y El Caribe (Cepal), organismo de las Naciones Unida (ONU) con sede en Santiago de Chile. De la tragedia pandémica del 2020 cuando las economías cayeron en conjunto -6,8% (el peor derrumbe en décadas), pasamos a un respiro casi resucitador con un crecimiento económico que saltaría al 5,9% este año, para que esa misma marcha de salida de lo peor se ablande a una velocidad del 2,9% el próximo año. Ese ritmo global prácticamente se generaliza en los 33 países estudiados. ¿Por qué ocurriría esa desaceleración del crecimiento económico en el 2022? Por tres razones básicas, con muchos otros factores complementarios:

1) Le damos el adiós al famoso llamado “efecto rebote” que explica gran parte del salto económico de este año. Es como el balón de basquetbol que cae de una altura determinada (cuando estábamos bien) y con rumbo a pegar el piso (cayendo a lo peor), lo toca y automáticamente rebota hacia arriba (saliendo de lo peor y en mejor situación). Lo del basquetbol es lo mismo que sucede con la economía en circunstancias normales. Hay una reacción positiva y favorable más por efecto rebote que por lo que deliberadamente se haga en el escenario económico, ya sea por el Gobierno, ya sea por el sector privado. Pero sin dejar de valorar el manejo de la política económica y la capacidad de participación de los empresarios, productores, comerciantes, proveedores de servicios, y la fuerza de exportación de la economía del país en cuestión.

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2) La mejor comida económica del 2021 se empezó a cocinar ya en el último trimestre del 2020, cuando prácticamente se dispararon los precios internacionales de las materias primas de exportación de los países de la región, entiéndase: cobre, estaño, petróleo, soja y otros rubros del campo, a niveles que no se daban desde el 2014, cuando se iniciara el período de vacas flacas en cuanto a los commodities latinoamericanos en precios y ventas en el mercado mundial, después del boom de precios del 2003 al 2012. No se espera otra fuerte revalorización de lo que exportamos, sino su normalización, a partir de ahora.

3) Por razones de disciplina macroeconómica hay que volver a la normalidad, como no aumentar el gasto del Gobierno indebidamente, priorizar los recursos, bajar y/o sacar los estímulos o los amortiguadores gubernamentales imprescindibles en pandemia (con sus costos en endeudamiento), volver los niveles de impuestos a la realidad anterior, subir las tasas de interés (la de referencia del Banco Central), esto último con mayor razón dado el escenario generalizado de mayor inflación que caracteriza la marcha económica actual (ya estamos cerrando agosto con un alza de precios al consumidor anualizado del 5,6%, después del cierre del 2,2% y 2,8% en años anteriores). Si observamos el cuadro estadístico, podemos comprobar que en el caso de nuestros dos grandes vecinos la desaceleración es muy marcada: Argentina cayó -9,9%, saltaría 7,5% y se desaceleraría a 2,7%; Brasil cayó -4,1%, saltaría 5,2% y se desaceleraría 2,2%. En nuestro caso caímos -0,6%, saltaríamos 4,1% (4,5% según el BCP y 5% según Itaú de Brasil) y nos desaceleraríamos a 4%. Si tomamos solo América del Sur, la caída fue del -6,3%, saltaría 5,9% y se desaceleraría a 2,6%. ¿Se puede enfrentar esta desaceleración buscando ritmos más fuertes de crecimiento? Sí. Haciendo bien los deberes. Ojo: es un año muy político electoral. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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