DESDE MI MUNDO

Muchas veces la política mundial es un misterio. Pero a todas luces las relaciones internacionales dieron un giro a partir del 11 de setiembre del 2001. El ataque a las Torres Gemelas se convertiría en uno de los más dolorosos de la historia de Estados Unidos, quizás el más crudo desde Pearl Harbor, aquel sorpresivo ataque japonés en el Pacífico que acabó llevando a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial.

Pero esta nueva guerra se convertiría en la más larga que la potencia haya conocido en su historia. La guerra contra el terrorismo fue la excusa.

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Así fue como una alianza liderada por Estados Unidos entró a Irak y Afganistán. Los talibanes (que traducido quiere decir “estudiantes”) se habían convertido en una escuela para los islamistas que querían librar la yihad contra occidente y Afganistán fue la escuela para los aspirantes de Al Qaeda que se entrenaban para la guerra santa.

La seguridad mundial era llevada a un punto crítico. Pero los talibanes fueron expulsados del poder. La guerra duró 20 años, miles de vidas y cientos de miles de millones de dólares. Dos décadas de conflicto carcomieron y desgastaron al gran país del norte.

Tanto demócratas como republicanos defendieron la idea de retirar al ejército de ese territorio y centrar la agenda de la Casa Blanca en los asuntos internos, argumentando la pérdida de vidas de soldados que dejó el conflicto. Entonces… el día llegó.

Estados Unidos anunció su retirada y dos semanas después de comenzar el operativo, los talibanes tomaban el país casi sin disparar un tiro. Es más o menos la historia que llevó a miles de mujeres (las que pudieron al menos) a abandonar el país.

¿Y por qué las mujeres? Porque después de haber conquistado muchas libertades, este avance talibán las lleva casi casi a la edad media. Temen que, como cuando gobernaban los talibanes, se instaure la “Sharía”, un amplio conjunto de principios éticos que se encuentran en el Corán, el libro sagrado del islam, y en las enseñanzas del profeta Mahoma.

Bajo este conjunto de normas, asumido desde su versión más radical, por ejemplo, se prohibiría que las niñas de más de 10 años vayan a la escuela, se prohíba la música, la televisión o el cine. Pero los talibanes inmediatamente trataron de tranquilizar a la comunidad internacional, ante el impacto de las imágenes que mostraban al mundo la desesperación en el aeropuerto de Kabul.

Dentro de la campaña para dar una imagen más moderada, garantizaron ante los medios que no se causarán daños a los estadounidenses ni a otros miembros de la comunidad internacional que se encuentren en suelo afgano y que se respetarían los derechos de las mujeres dentro de la ley islámica. Pero sus palabras no despertaron confianza.

Se teme que la aplicación de la “Sharía” vuelva a implantar en Afganistán el “reino del terror”, como ocurrió entre 1996 y el 2001, período en el que se produjo multitud de violaciones a los derechos humanos, especialmente a los de las mujeres. El mundo está expectante, en tanto, para nosotros, del otro lado del mundo, el sufrimiento nos llega a cuentagotas.

Indefectiblemente la humanidad sufrió un retroceso… y lo que suceda en Afganistán, aunque sea del otro lado del mundo, nos afecta. Hoy el tapado rostro de las mujeres afganas es el de tu mamá, el de tu hermana, el de tu hija. Y el nuestro es el rostro de la vergüenza tapado con el velo de la soledad…

Pero esa, es otra historia.

Etiquetas: #velo#soledad

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