- Por Eduardo “Pipó” Dios
- Columnista
La frase del título se volvió un cliché de cuanto opinólogo anda por ahí. ¿Pero cuál es el famoso “modelo” que se agotó? Y ahí depende del color del opinólogo o su orientación política o ideológica para insistirnos en que el modelo que el propone o apoya es la panacea.
Y realmente, el único modelo que está agotado es el de vivir colgados del Estado, y en eso están a full todos los colores, ideologías y sectores políticos. Corrupción hubo, hay y seguirá habiendo, acá y en Noruega, solo que allá, si te pillan, generalmente, cagaste. Acá todavía, por ahora, si no zafan, siguen dilatando. Es el caso de los Friedmann, Melgarejo, González Daher, Samudio, Rafael “Filicóptero”, “Coquito” Soares, que alaaaargan los juicios como sea para que cada instancia dure eternamente y llegue, si se puede, a cubrir los dos tercios de la condena eventual, cumpliéndolos con medidas alternativas. Igualmente, es mejor eso que nada, o sea, se desangran lo robado en abogados, coimas, aprietes y prensa amiga, y salen de circulación un tiempito. Algo es algo.
Los muchachos de la izquierda festiva, llámense efrainistas, pedepistas o frenteguasucistas, que cada vez que acceden a un puesto de poder, se atragantan con la plata del Estado, haciendo todo y más de lo que se pasaron criticando desde la llanura piensan que la ciudadanía real, no los fantasmas de las redes sociales, los considera una alternativa per se. O sea, “los otros son malos, ergo, nosotros somos buenos”.
La ciudadanía ya metió varias veces la pata con los “anti”, primero en las municipalidades y gobernaciones, con décadas de gobiernos opositores infestados de las más grotescas formas de corrupción posible, luego con Lugo y su gavilla de efraínes, sixtos, rafacópteros y florericos. Gracias a estos próceres y otros muchos más, no pudieron, ni usando de manera grosera el aparato estatal, mantener ese poder logrado, más por peleas internas de los colorados que por méritos propios.
Luego fue el turno de Mario Ferreiro, que con el mismo discurso y prometiendo imposibles, consiguió hacerse con la Municipalidad de Asunción, más por su imagen pública de mediático que por su capacidad o experiencia, y como era de esperar, terminó saliendo por la ventana en medio de escándalos de corrupción de todo tipo y una inoperancia nunca vista.
Acto final, el anticartismo, dentro y fuera de la ANR, de la mano del mismo grupo que aún lo mantiene en el poder desde el Congreso, nos enchufó al inútil de Marito, colorado sí, pero primero y principal, anti-Cartes, el cuco que la oposición impotente políticamente, pero dañina y destructiva, quiere agitar, generando a medida que pasan los aciagos días de gobierno multicolor, más añoranzas que rechazo o miedo al cartismo.
El anticartismo no vende, ni diarios, ni programas, ni candidatos, ni nada. Simplemente genera una odiosa comparación entre gestiones, y la de este gobierno, plagado de funcionarios anti-HC, colorados y seudoopositores, termina perdiendo lejos.