- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político.
La frase generalmente usada para describir una traición de alguien extremadamente cercano fue la que usó Shakespeare en su muy recordada, “Julio César”, un poco antes de que este sea asesinado por un grupo de políticos, entre ellos su propio hijo, Bruto. Hay casi una certeza de que la frase nunca fue dicha por Julio César, pero se popularizó con el texto del escritor inglés. Y aplica al tema de abordaje de esta columna.
El secretario político del presidente de la República, un cargo asignado a personas de extrema confianza y a la vez de probada capacidad y agudeza, cometió un grueso error al solicitar al líder del movimiento Honor Colorado y propietario del Grupo Nación de medios de comunicación “el cese al fuego” de parte de este conglomerado hacia los colorados integrantes del gobierno. En este punto, nos facilita bastante la tarea ya que el poder está bastante distribuido con representantes de otras fuerzas políticas.
La escenificación del sugestivo pedido se dio en medio de un acto en el departamento de Misiones, que buscaba mostrar unidad entre los movimientos Honor Colorado y Colorado Añetete, los más grandes de la ANR. Mauricio Espínola está convencido de que su papel pasa por pedir censura, de hecho, en entrevistas posteriores se mantuvo en su posición, se lo pide al Grupo Nación mientras alquila el avión de la propietaria del Grupo Abc para trasladar al vicepresidente de la República y ungido como candidato del movimiento oficialista, para las internas del año que viene. El argumento que dio es que el Grupo Nación tiene una agenda política, tal cosa es tan real como que el problema no es que se tenga, sino que se lo cuestione desde un cargo de tanto poder. De hecho, todos los medios la tienen, por eso que se la ponga en cuestión constituye un verdadero peligro para la democracia. Otro argumento que dio es que la unidad colorada sea de hechos y no sólo de palabras, lo dicen desde el sector que decidió gobernar con la izquierda antes que con sectores de su propio partido y que tiene además un verdadero rosario de traiciones a esos sectores. Como Bruto.
Además de los alcances judiciales y legales que tienen las expresiones, debería ser motivo de profunda reflexión el hecho que se crea que estos episodios ayudan a la de ya de por sí alicaída imagen del presidente de la República. Si alguien que sólo escucha conversaciones y que luego sale a repetirlas buscando ganarse unos puntos, se puede hacer el paralelismo con Bruto que dijo que cometió el regicidio porque Julio César era ambicioso y que le estaba haciendo un favor a Roma.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, se merece un mejor tratamiento que el que le dio el protagonista de esta columna, no se puede manejar a lo Bruto. Y se los dijo con la mano en el corazón, como le habló Marco Antonio al Foro, llevando en brazos el ensangrentado cuerpo de César “amigos, romanos, compatriotas, escuchadme: he venido a enterrar a César, no a ensalzarlo”.