- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
Las falacias son argumentaciones psicológicamente persuasivas, pero definitivamente incorrectas. Dicho en sencillo, equivale a intentar engañar al destinatario del mensaje desde lo discursivo. Bien podría ser el lector de esta columna. Las falacias pueden ser deliberadas o accidentales. Hagamos foco sobre las deliberadas. Aunque existen diversas clasificaciones, las falacias de evidencia, las de lenguaje y las de pseudoargumentos. Solo de estas últimas hay identificadas más de 30 distintas, una de ellas es la que nos ayudará a darle contexto al escenario que estamos padeciendo esta semana en Paraguay: la falacia ad baculum, o de apelación a la fuerza.
El báculo es el palo alto, generalmente corvo en la parte superior, que se usa para sostenerse. Muy vinculado al mundo religioso. En el caso de las falacias, hace referencia a la amenaza física que puede hacerse sobre el adversario en el proceso de “convencimiento”. También sucede que no se llegue a esos extremos, sino que se recurra a la coacción, chantaje, extorsión o la amenaza. A veces, se dan todas ellas al mismo tiempo.
Este es el teatro de operaciones de los camioneros. Lo que los alienta es el enorme apoyo político que cuentan en el Senado. Un apoyo que está muy lejos de ser por amor a la causa, es un intercambio de favores puro y duro: por un lado, el grupo de senadores que domina la Cámara Alta, el abdoluguismo, pretende darles a los camioneros una ley que les permita obtener mayores ganancias, beneficios y poder sindical. Por el otro, los camioneros se convertirán en la fuerza de choque de ese sector político. Un paro de camiones con cierre de rutas incluido, puede generar un enorme perjuicio en absolutamente todos los sectores de la economía. Solo esta semana hay números abrumadores sobre el impacto negativo que validan el punto.
Un Poder Ejecutivo atrapado en el oscuro callejón donde él mismo se metió al preferir construir poder con los sectores más radicalizados de la izquierda, ahora ve cómo esa alianza amenaza con desestabilizar sus ya de por sí carcomidos cimientos. Este báculo no sirve para sostener, sino todo lo contrario. Escaso de ideas y falto de una proyección mínima de escenarios futuros no encuentra una salida a esta crisis que tiene una cita importante el martes, cuando se estudiará en particular el mencionado proyecto de ley. A la par, al momento en el que se escribían estas líneas el sector de la producción y la industria se retiraba de la mesa alegando que los camioneros no cumplieron con la promesa de suspender los cortes de ruta. El cierre del comunicado era contundente: cuando una de las partes tiene un arma apuntando a la cabeza a la otra, no se puede hablar de negociación.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, recurre con asiduidad a las falacias. Lo importante es saber identificarlas, de manera que cuando ocurren puedan ser desnudadas, como acabamos de hacerlo.