Lo que le ocurrió ayer al primer ministro de Japón, cuando “olvidó” algunas partes de su discurso durante el acto protocolar por el aniversario de la bomba atómica en Hiroshima sí que despertó un gran miedo latente en mí, peor que la mismísima explosión atómica ocurrida hace 76 años.

A pesar de que Yoshihide Suga solo tuvo que pedir disculpas públicas por su insólito error, incomprensible, injustificable, este “síntoma” podría ser apenas la punta de un ovillo oculto, más grande que un iceberg.

A ver si me explico. Hace unos 30 años, cuando como periodista hacía una entrevista a una eminencia norteamericana sobre las enfermedades del cerebro se me quedó una frase que dijo: “Las enfermedades del ‘brain’ no duelen. El enfermo no se da cuenta”.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Pasaron unos 15 años y desde Argentina me llegó la triste noticia de una mujer que padecía de Alzheimer. Tendría unos 50 años y vivía con sus dos hijas, que la cuidaban.

Era común ver a la mujer en bata caminar por el pasillo del departamento rumbo a la cocina, desvestirse y abrir la llave de gas. Por supuesto, al principio las hijas desconcertadas le preguntaban “mami, ¿qué hacés?”, y la mujer respondía: “Me voy a dar una ducha”.

Ella creía que estaba en el baño y no era consciente de que la llave del gas no era la del agua. El peligro era real y mayor puesto que el gas no salía simplemente desde una garrafa como acá, en Paraguay, sino que llegaba infinito a través de una tubería.

Con mucho amor y paciencia, las hijas vestían nuevamente a la madre y la conducían a su cuarto, pero 5 minutos después, nuevamente la mujer tomaba su toalla y se dirigía a la cocina para darse un baño...

No se daba cuenta, como años antes había anunciado el experto en cerebros.

Si hasta ahora el cuento para algunos jóvenes es cómico, para la mayoría de los adultos que leen esto al menos es una señal de alerta de que en cualquier momento nos puede pasar. Y no a algún familiar, sino que a nosotros mismos.

Pero el caso se vuelve más denso cuando nos enteramos de que episodios “inexplicables” les ocurren a personajes famosos, como al líder japonés.

No nos asustaría si pensáramos que él es un viejito de 72 años y que aún nos falta años y canas para alcanzar su edad, pero... otra predicción puede hacer temblar todos los cimientos de nuestra seguridad.

Con la implantación de la tecnología, con el uso generalizado de teléfonos inteligentes y la comunicación a través de las redes sociales se esconde el resto del iceberg.

Estando en su sano juicio, ¿quién no ha enviado por error un mensaje al grupo de Whatsapp equivocado? Las prisas, las letras pequeñas y los anteojos son a veces las excusas, pero, ¿cuál sería el resultado si, como es previsible que ocurra, no nos diéramos cuenta de que nuestro “brain” está enfermo y comenzamos a enviar mensajes a amigos y grupos en las redes sociales?

Hasta ahora, la mayoría de los usuarios de los smartphones es gente adulta (no mayores), ¿pero qué pasará cuando dentro de unos 10 o 15 años estos adultos se conviertan en viejitos, como en el caso de Yoshihide Suga? Muchos pensarán que van a tomar una ducha y con el celular en mano se dirigirán a la cocina sin darse cuenta.

¿Cuántos errores inexplicables y vergonzosos les espera a los miembros de las distintas sociedades cuando envíen mensajes sin percatarse de que su “brain” está enfermo?

¿Cuáles serían las consecuencias si los “brain” de nuestros líderes estuvieran enfermos y no se dieran cuenta? Tal vez tendrían fijación por inaugurar obras todos los días... tal vez alentarían a camioneros para cerrar rutas y desabastecer a la ciudadanía... o tal vez algún obispo se creería Dios con poder de hacer y deshacer todo a su divina voluntad.

Cada vez estamos más expuestos a “brain” enfermos. Y nadie se da cuenta.

Dejanos tu comentario