- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
Slavoj Zizek, reconocido filósofo y psicoanalista esloveno, propone el siguiente pensamiento: “la lucha por la hegemonía ideológica-política es siempre una lucha por la apropiación de conceptos que son vividos espontáneamente como supuestamente apolíticos”. Lo hace en uno de sus libros de mayor renombre, “En defensa de la intolerancia”.
La primera lección del libro es que, para analizar correctamente la ideología, se debe estar atentos a los síntomas que produce. Muy pertinente al caso de la lucha dialéctica planteada por sectores que pretenden dar batalla electoral en el 2023 en Paraguay: el ANR nunca más. Si se lo analiza a profundidad, en su sustancia, el lema tiene como trasfondo una visión profundamente hegemónica y autoritaria.
Asumir que cualquier ideología es mejor que la ANR desnuda una visión excluyente y donde predomina un pensamiento único, todo lo que se diga en contra del lema es automáticamente denostado y menospreciado. Rebajado a los peores niveles de debate. La operación política se escenifica como una supuesta guerra contra la ideología del Partido Colorado. Se parte de la base que la ideología y todo lo que simboliza la ANR es malo.
Lo irónico del planteamiento, para no decir cómico, es que considerar que una causa es mala por estar ideologizada constituye de por sí una manifestación cargada de ideología. Hasta la maceta. Demonizar la ideología –ANR nunca más– es ideología pura y dura. Y de la peor, teniendo en cuenta sus altísimos niveles de hipocresía y contradicción. Y como dice Zizek, se la presenta como supuestamente apolítica o como una cuestión que trasciende a toda la sociedad. Otra mentira.
Otro punto digno de mencionar es que se diseña una confrontación intentando desconocer que en realidad el Partido Colorado es mucho más que un partido político. La ANR y quienes la adhieren tienen profundos lazos emotivos, familiares, históricos. En algún punto, similares a las razones por las cuales uno se hace fanático de un club de fútbol.
Lo que se pretende es polarizar e instalar el relato de que todo aquel que vote a la ANR está mal y, por el contrario, todo aquel que opte por otra opción política está en lo correcto. Lo que olvida el lema y quienes participan en la campaña para su instalación (o tal vez tratan de encubrir) es que hay dos puntos que no son tenidos en cuenta: figuras que encarnen y personalicen esa bandera y sobre todo y principal, al atacar de esa manera lo único que se logra es conseguir una de las cosas que históricamente mejor hacen los colorados: abroquelarse cuando sienten que su propia identidad está siendo puesta en cuestión.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, debe ser capaz de desnudar planteamientos autoritarios, intolerantes y que rechazan valores republicanos y democráticos. De eso se trata.
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El gran legado de Francisco al mundo fue su acercamiento pastoral a la humanidad
- Por Jorge Torres Romero
El profesor Dr. Mario Ramos Reyes, catedrático, docente y filósofo paraguayo, quien desde hace años vive en Kansas (EE.UU.), sostiene que el principal legado del papa Francisco, además de haber sido el primer Pontífice latinoamericano, es haber impulsado una pastoral que enfatiza la cercanía humana, acorde a los tiempos y al mundo en que vivimos. En una entrevista con la 970 AM resaltó que la misión de la Iglesia Católica es la salvación de la humanidad y en ese contexto, la elección del Santo Padre, no debería ser analizada con los criterios políticos ideológicos que generalmente predominan en la prensa local e internacional.
¿Cuál considera es el legado más importante que nos deja el papa Francisco?
En primer lugar, que fue el primer Papa Latinoamericano en la historia de la Iglesia en 2000 años. Por primera vez en la iglesia moderna, podemos hablar de nacionalidad al ser argentino. Es un Papa de la región latinoamericana y yo creo que ese fue un hito clave e importante en el proceso de nuestras naciones. En segundo lugar, diría que al papa Francisco le tocaron circunstancias históricas diferentes a por lo menos los dos o tres papas anteriores, que es la del advenimiento de un mundo que los sociólogos llaman un mundo “líquido”, “resbaladizo”, un mundo confuso, lleno de incertidumbres y entonces su pastoral tenía un sentido de ser, es decir, un acercamiento pastoral que enfatizaban esa cercanía humana. Yo creo que eso le dio una característica muy propia que, por las circunstancias históricas, no se podían dar en otro tiempo. Imagínense en los años 60, en la Guerra Fría, la pastoral del Papa tenía otros ribetes mucho más cautos y diplomáticos para la época. Por eso diría que el papa Francisco -incluso por el nombre que él eligió- tuvo ese tinte más pastoral. Y, por otro lado, yo creo que el hecho de ser latinoamericano es realmente algo digno de destacar.
¿Este hecho favoreció también la cercanía que tenía el Papa con Paraguay?
Yo creo que sí. El hecho de ser latinoamericano, ser argentino, incluso es el que nombra por primera vez a un cardenal paraguayo. Creo que este es un hecho que toca mucho a la historia de nuestra iglesia paraguaya. Por eso, para Paraguay, sobre todo, fue un papado muy significativo. No quiere decir que los otros no lo hayan sido, pero, hay que tener en cuenta también la cultura del Papa Juan Pablo Segundo, que era un polaco que nació, se crió y evolucionó en plena Guerra Fría. Y el Papa Ratzinger, que era un intelectual y prácticamente su pastoral era la cuestión de la secularización de Europa, que le preocupaba mucho. Francisco, sin embargo, como nació en esta región latinoamericana era más afín a nuestro país y a otros países de América Latina.
¿Qué podemos esperar del próximo cónclave y el nuevo Papa… Cree usted que la Iglesia Católica va a continuar la posta que deja Francisco o va a volver a una posición más dogmática o conservadora?
Yo creo que ese análisis es ideológico. No creo que la Iglesia haya dejado de ser dogmática ni con Francisco ni con ningún otro Papa, porque dejaría de ser Iglesia. La palabra dogma significa el depósito de la fe y el depósito de la fe está dada en la escritura y en los Concilios. Eso se mantiene incólume desde Pedro hasta nosotros. En ese sentido, la Iglesia es perenne. Cuando la gente dice “dogmática”, yo no sé a qué se está refiriendo. Por ejemplo, Francisco creía en el diablo, y que éste actúa en la historia y a veces protagoniza cuestiones históricas. ¿Eso es conservador o liberal? No, eso es doctrina de la fe católica. En ese sentido (Francisco) era bien católico.
Él estaba en contra del aborto, en cualquiera de sus formas y llamaba a aquel que procuraba un aborto un sicario y la persona que pedía un aborto, alguien que alquila un sicario para matar. ¿Es eso tradicional, conservador o progresista? No lo sé, eso es doctrina de la Iglesia. Por eso yo creo que esa clasificación que se hace es ideológica. Es mirar la iglesia sin fe como un aparato político. La iglesia tiene, sí, un elemento humano. Eso es innegable porque somos seres humanos. Pero, seres humanos que tenemos fe y caminamos en la fe y la fe va mejorando nuestra naturaleza, nuestro temperamento, si colaboramos con esa fe.
Entonces, ¿no va a cambiar mucho o se irá adaptando a los tiempos?
La Iglesia va a ser la misma de siempre, pero, va a depender mucho de cuál es el elemento humano. Dependerá del Papa que es elegido, qué tipo de personalidad o qué tipo de tradición tiene; si es asiático o si es americano. Eso le puede dar cierto tono, pero, manteniéndose en una tradición. Él puede enfatizar ciertos aspectos, pero, la misión de la Iglesia no es el desarrollo económico, la misión de la Iglesia es la salvación de las almas. Entonces, el Papa tiene una misión que le que le dio Jesucristo a Pedro y el Papa es sucesor de Pedro. Acuérdense que un Papa no es que le sucede a otro Papa. Francisco no es el sucesor de Benedicto; Francisco es el sucesor de Pedro y Pedro es el Vicario de Cristo. Entonces, solamente Dios sabe quién va a venir. Y al que venga, se le pide que sea fiel al depósito de la fe y él va a ver con su discernimiento, su razón y su libertad qué aspecto va a enfatizar más o menos. Eso no se sabe, porque también nuestra historia está cambiando.
Vivimos un tiempo de una enorme incertidumbre de distinto tipo, no solamente económico. Yo creo, personalmente, que el problema no es tanto económico, acá el problema es existencial, donde la gente, por más dinero que tenga, no sabe realmente cuál es el sentido de su vida; por eso hay tanto olvido. El mismo papa Francisco llamaba a eso “la cultura del descarte”, pero eso no tenía solamente una connotación económica. Descarte significa que una persona tiene tanto dinero que vive solo. Vive aislado y se rodea de perros. Vive con perros, literalmente; pero, también es una persona abandonada, que no tiene cariño, etc. Entonces, yo creo que el nuevo Papa y la Iglesia en sí -porque el Papa no gobierna solo, gobierna con los obispos, con sus diócesis y sacerdotes- es peregrina y el peregrinaje siempre es duro, hay mucha dificultad y uno no ve mucho el camino. Ve la meta, pero no ve mucho el camino y ahí uno va con fe porque Dios nos prometió, Cristo nos prometió, que Él va a estar con nosotros hasta el fin de los tiempos.
En estos días cobra fuerza aquello de que el que entra Papa al cónclave sale cardenal. ¿Cómo no caer en esas conjeturas y especulaciones que hace todo el mundo sobre el perfil que debe tener el próximo Pontífice?
No quiero entrar en profundidades, pero el que mejor escribió sobre el tema de la elección del Papa fue Benedicto XVI como teólogo. ¿Qué quiere decir eso? No es que Dios elige al Papa. Lo que hace el Espíritu Santo es que da mociones en el alma para que las personas se inspiren y elijan a este o aquel. Pero esas personas pueden dejar de lado eso. Quiere decir que yo tengo la moción, pero resulta que tengo otros intereses y en vez de elegir la A elijo la Z. ¿Puede ocurrir eso en la iglesia? Benedicto decía que sí, pero, después Dios va a tratar de enderezar esos caminos de otra manera. Por eso la Iglesia tiene toda una historia de problemas en el papado, etc. porque somos seres humanos, somos pecadores. Y Dios respeta nuestra libertad, incluso de elegir al sucesor de Pedro.
En el último capítulo de San Juan, si leyeron en esta Pascua, se van a dar cuenta que las tres veces que Cristo le pide a Pedro que apaciente sus ovejas, que les enseñe, le pregunta: “¿me amas Pedro?”. ¿Qué quiere decir eso? Que Pedro era débil, que somos débiles y el Papa también. Por eso, hay que rezar por el Papa. Francisco siempre lo pedía y creo que eso es muy rescatable: “Recen por mí”. Porque no es que sea Superman, él es un hombre que también es un peregrino en este camino de fe.
Es muy nuestro reducir o polarizar, no sé si ese es el término; pero ¿es posible despojarnos de todas esas influencias ideológicas y mantenernos al margen de esos pensamientos dominantes?
Yo creo que hoy toda la prensa nacional e internacional está contaminada de ideología; sin excepción, de derecha o de izquierda. No se puede hablar sino es con la calificación ideológica. Las amistades se fundan en las calificaciones ideológicas, hasta los matrimonios se hacen por cuestiones ideológicas y los divorcios, también. La ideología es una religión que viene a sustituir al cristianismo en el siglo XVII y hay un gran pensador francés, Destutt de Tracy, que comenzó a acuñar el término ideología con el fin de dar cierta visión del mundo que se venía con la revolución francesa. Y ahí se abandona la visión de la cristiandad. Entonces, nosotros estamos mirando la Iglesia desde el sótano. Sin embargo, a la Iglesia hay que mirarla desde el altillo, porque la Iglesia fue fundada por Jesucristo.
Las ideologías, como quieren dejar de lado a la Iglesia por una cuestión simplista, siempre buscan darle una forma: o que es progresista o no, o que es reaccionaria o no. Pero, la iglesia no es ni una cosa ni la otra, porque la Iglesia es fundada por Cristo y es sobrenatural. Dios funda la Iglesia. Y ahora que estamos en Pascua. Él (Cristo) resucita y va a vivir con sus discípulos, está entre nosotros. Y en pentecostés mandará su Espíritu Santo que va a ser la Iglesia. Bueno, esa Iglesia hoy está acosada y contaminada por un lenguaje ideológico; entonces, no se entiende prácticamente nada desde esa perspectiva.
Entonces, uno tiene que plantearse, ¿qué es la Iglesia y cuál es su misión?
La misión de la Iglesia es una: la salvación de los hombres y el domingo celebramos esa salvación (la Pascua). Y no nos vamos a morir nunca si aceptamos a Cristo y su gracia, esa es la salvación. Y, de paso, vamos a construir sociedades mucho más humanas. De ahí viene la unión entre lo que nosotros decimos en la Iglesia, la eucaristía o la santidad y la labor social. ¿Por qué hay injusticias? Porque la gente está en pecado. No solamente pecado individual -que son innumerables- sino también sociales, porque se van multiplicando. Entonces, si no vemos la Iglesia desde esa perspectiva, todo se torna ideología y al final no sé para qué yo quiero la Iglesia si lo que estoy haciendo es adaptarla a mis intereses ideológicos.
No se puede mirar la fe así. Eso no es fe, es la ideologización de la fe. Si leen el documento de la Iglesia en Puebla de 1980, que fue la Conferencia Episcopal histórica de Juan Pablo II, hay todo un capítulo que es sobre las ideologías y su influencia en América Latina. Yo creo que ese documento es insuperable hasta hoy. En él se explica muy bien todo el mundo ideologizado de los 50′s y 60′s y dice, que debemos mirar a la Iglesia desde la perspectiva sobrenatural.
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Falleció Rolando Niella, creador de la marca Martel
El filósofo y fundador de la emblemática empresa Martel, Rolando Niella, falleció este miércoles a los 94 años de edad. El reconocido empresario fue quien marcó tendencia en el rubro textil desde la fundación de su firma en el año 1960. La causa de su fallecimiento no se conoce hasta el momento, pero varios referentes sociales se encargaron de recordarlo de la mejor manera, teniendo en cuenta sus conocimientos de filosofía y letras, por sus estudios en España, así como los referentes de las ciencias políticas. Además fue cofundador del Partido Demócrata Cristiano.
Con su esposa María del Carmen se encargaron de liderar el proyecto que sigue vigente con la misma marca hasta la fecha, en su momento incluso exportaron más de 1 millón de jeans a los Estados Unidos, con el sello de calidad de la mano de obra 100% paraguaya.
En redes sociales, actores políticos como Mario Paz Castaing lo calificaron como “un visionario extraordinario y emprendedor muy difícil de igualar. Pensador agudo y comprometido con la realidad social, económica y cultural hasta los últimos tramos de su vida. Deja un legado que testimonia su valiosa trayectoria”, expresó.
El empresario también se desempeñó como profesor universitario, pero quedó desempleado durante la época de la dictadura de Alfredo Stroessner, cuando firmó un manifiesto en el que se mostraba crítico. Posterior a este hecho, decidió involucrarse en el rubro empresarial con la creación de la tienda Martel.
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Sentidos inconmensurables
- POR MARCELO PEDROZA
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
En el epicentro de la voluntad de sentido se encuentra el prójimo, es en ese acto constante de aproximación en donde las manifestaciones posibles se hacen evidentes. Hay en el seno de lo realizable un eje constructivo sostenido por el ser que se orienta hacia la otredad, la cual es un destino permanente.
En el trayecto de las ideas se cruzan muchas intenciones. El abordaje consciente de los pensamientos puede ayudar a descubrir lo esencial del ahora, y en ese instante es contundente la presencia de los demás, que retroalimentan lo que es.
Viktor E. Frankl (1905-1997), neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, entre sus notables escritos cita a Goethe, quien decía: “No existe ninguna situación que no pueda ser ennoblecida por el servicio o la paciencia”. Estos pilares sostienen la vida, son elementales para abordar las circunstancias que acontecen. Donde hay vocación de servicio hay alegría, como puede haber una amplia incursión de emociones constructivas. Y si la calma se hace presente, el ser se aproxima a experiencias de paz, las que generalmente se sienten aunque sea complejo explicarlas.
El profesor Frankl hablaba de los valores de actitud, en ellos habitan los sentidos. Al respecto escribió: “En efecto no es solo la creación (correspondiente a la capacidad de trabajo) la que puede dar sentido a la existencia (caso en el que hablo de realización de valores creadores), ni es solo la vivencia, el encuentro y el amor (correspondientes a la capacidad de placer o bienestar) lo que puede hacer que la vida tenga sentido, sino también el sufrimiento. Más aún, en este último caso no se trata solo de una posibilidad cualquiera, sino de la posibilidad de realizar el valor supremo, de la ocasión de cumplir el más profundo de los sentidos”.
En lo sensible fluye lo esencial. Los dolores potencian la actitud de sentido. Frankl, fundador de la logoterapia y del análisis existencial, sobrevivió a los campos de concentración nazis. Ese tiempo, de 1942 a 1945, también pasó. Y después vino su obra “El hombre en busca de sentido”, que tendría que leerla la humanidad.
Pues el yo es un mar infinito e inconmensurable, expresó Almustafá en “El profeta”, de Jalil Gibrán (1883-1931), poeta, pintor, novelista y ensayista libanés. Un ser con sentido se valora a sí mismo, se quiere, se honra, aprende a descubrirse constantemente, se sabe finito y susceptible ante la incertidumbre cotidiana, entiende que crea y construye, se relaciona y genera vínculos respetuosos, es que al valorarse puede hacerlo hacia los otros, que también son un mar infinito e inconmensurable.
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No es la política. Somos nosotros
Por Aníbal Saucedo Rodas
Periodista, docente y político
Si el libro de Génesis pudiera ser reescrito son muy altas las probabilidades de que la puerta por la cual el pecado entró al mundo no sea la desobediencia sino la política. Ella es el origen del mal. La madre de todos los vicios. La primera mancha de sangre sobre la tierra. El principio de la descomposición material de los cuerpos. Ahí está, apuntada y condenada por todos los dedos índices del mundo por las desgracias que padecemos como individuos y como sociedad. Como si la política fuera una realidad de la que podemos abstraernos por una simple resolución mental. Siempre son otros los responsables, nunca nosotros, porque optamos por mantenernos prescindentes de las obligaciones que nuestra libertad y autonomía moral nos demandan. La desilusión, finalmente, es nuestra.
Para Aristóteles, quien ubicó la piedra de ángulo de esta ciencia, “la asociación política es un mandato de la naturaleza y se impone instintivamente a todos los hombres” porque un individuo aislado del todo y de las partes “no puede bastarse a sí mismo”. Si tuviera autosuficiencia para cubrir todas sus necesidades ya no sería un hombre sino una fiera salvaje o tal vez un dios. (Textual). Para el gran filósofo, afirma Sartori, “en el ‘vivir político’ y en la ‘politicidad’, los griegos no veían una parte de la vida; la veían en su totalidad y en su esencia”. Y, por el contrario, “el hombre no ‘político’ era un ser defectuoso, un ídion (…), significado originario de nuestro término idiota”. Es aquel que perdió o no adquirió la plenitud de integrarse con la polis.
En esa misma dirección, el intelectual argentino Carlos Floria sostenía que “la política es una dimensión constitutiva del hombre (…) de modo que no puedo proponerme no tener comportamiento político o ser apolítico, porque de alguna forma esa es una posición política”. Hemos mal aprendido el concepto porque la definimos –y en ella nos encerramos– desde la observación práctica y no desde su deber ser filosófico. Y en esa ruptura justificamos nuestra indolencia para no ejercer ciudadanía porque “la política no es para los decentes”. Pareciera que olvidamos lecciones tan elementales, parafraseando a Burke, como, por ejemplo: Para que la corrupción triunfe solo hace falta que los honestos no hagan nada. Practicamos la crítica con la facilidad de las redes sociales dando por cumplida la misión de la conciencia, pegamos media vuelta en la cama y nos ponemos a dormir. Con ese sencillo, cuan improductivo, acto nos elevamos, o creemos hacerlo, por encima del promedio.
La gente (me incluyo) es más propensa a creer en lo que lee cuando las opiniones tienen la firma de respetados pensadores. Abundaré, por tanto, en algunas citas. “La política no siempre es ni mucho menos buena –escribe Savater–, pero su minimización o desprestigio resulta invariablemente un síntoma peor”. Y sigue: “Puede que haya personas tan creativas e idiosincrásicas de espíritu que sean capaces de pasarse sin política y conservar, sin embargo, su libertad ciudadana: no conozco a nadie así (y no les creo a ninguno de mis conocidos que se autocelebran por ser así: solo son falsos originales y oportunistas)”.
No existe torre de marfil –el lugar preferido de algunos catedráticos, intelectuales de pose, diletantes varios y habituales conductores de las autopistas tecnológicas– para refugiarse y mantenerse asépticos de las influencias que irradia el inmenso campo de esta expansiva actividad. En su esquema quedamos irreversiblemente atrapados, aunque siempre podemos aferrarnos a la negación que es una actitud de no ser. Nos convertiremos, entonces, en testigos, pero no en protagonistas de nuestro tiempo. Otros decidirán nuestro presente y planificarán el futuro quedándonos expuestos a cada una de las decisiones –que son políticas– que los poderes adoptarán en representación de nosotros, el pueblo.
No es la política. Somos nosotros. Así concluí días atrás un escrito en Twitter, después de un breve repaso sobre pintorescos políticos (y ahora otros que se suman), de los que solemos reírnos por sus declaraciones, pronunciaciones en inglés o estrafalarias vestimentas; pero están ahí, por el voto popular. Excluyendo las excepciones para quienes toda la culpa es de “ellos”, una impresionante mayoría asimiló el mensaje en clave de autocrítica. Quizás muchos no sean fanáticos de Dostoyevski, pero piensan igual que el extraordinario escritor ruso: “Todos somos responsables de todo y de todos ante todos, y yo más que todos los otros”.
La culpa no es de la política. Su alma y sus valores están a nuestra disposición. En la sociedad del espectáculo, dominada por la insignia relativista del “todo vale”, hemos preferido ser cómodos espectadores cediendo nuestros espacios “de catalizadores eficaces de la acción política” (Roa Bastos).
De la política no se salvó ni Jesús. Él no fue crucificado por revelarse Dios (juicio religioso por blasfemia) sino por declararse Rey (y acusado de insurrecto ante los romanos), lo cual le llevó directamente al juicio político con su veredicto (a gritos) de pena capital.