• Por Aníbal Saucedo Rodas
  • Periodista, docente y político

Mayo de 1991 fue un mes agitado, novedoso, pletórico de democracia. En las calles se respiraba el extraño aroma de la libertad y la política disfrutaba de su primavera de candidatos que iban a participar por primera vez de unas elecciones nacionales. Es que, también, por primera vez el voto directo iba a definir a los futuros intendentes del Paraguay. País de lacerantes asimetrías, como es el nuestro, Asunción era el foco de todas las atenciones, nacionales e internacionales.

El entusiasmo, por fin, había derrotado a la apatía. Se multiplican las encuestas y se hacen apuestas. La expectativa por ganar el favor ciudadano se había filtrado en todos los espacios políticos y sociales, tanto que en la capital teníamos doce candidatos. Un paisaje extraño, para los internautas de hoy, se vivía entonces: el debate había trascendido los medios de comunicación para instalarse en los bares, las peluquerías, ocasionalmente con los taxistas y hasta en las esquinas de las chiperas. Asunción era una fiesta (perdón, Hemingway). Pasaron treinta años.

La Asociación Nacional Republicana engrasa su adormecida estructura para presentar al ganador de las internas, un dirigente de la línea tradicional, Juan Manuel Morales. La idea de perder no figuraba entre sus presupuestos. Era el partido el que haría ganar al candidato y no al revés. El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) presenta su mejor candidato posible: el renombrado cardiólogo Juan Félix “Pon” Bogado Gondra. Un hombre amable, educado, íntegro, pura sangre liberal, con la distinción del exilio sobre su pecho. La Lista 3 correspondía al Partido Revolucionario Febrerista. Un acostumbrado huésped del Departamento de Investigaciones, de orientación socialdemócrata, orador con cualidades sobresalientes (hasta hoy) lo representa: Euclides Acevedo. La Lista 6, Partido Blanco (fundado en 1987), de tendencia social cristiana en sus inicios, tenía como candidato al señor Gregorio Segovia Silvera, quien, luego, ocuparía una banca en la Cámara de Senadores.

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María Herminia “Mina” Feliciángeli, víctima recurrente de la Ley 2009, realiza el salto del periodismo y la dirigencia sindical a la política con el Partido de los Trabajadores (PT), Lista 7. Con el lema “Más allá de los colores”, la Lista 9 tenía al frente al ingeniero Guillermo Gustavo Hellmers. El hoy prófugo de la justicia paraguaya, Juan Francisco Arrom, es cabeza de la Lista 11, “Corriente Patria Libre”. La Lista 12, “Unidad Popular, Decisión Popular”, postulaba al actual senador del Frente Guasu, doctor Jorge Osvaldo Querey, proveniente de las canteras de la Facultad de Medicina y el Hospital de Clínicas. Completaban el cuadro de aspirantes a la Municipalidad de Asunción: Miguel Fernández por “Candidato del Pueblo Militante”, Lista 13; Teodoro Vega Almirón por “El Pueblo al Poder”, Lista 14, y Augusto S. Recalde por “Para Pensar”, Lista 15.

No, no me olvido. Lo dejé para el final. Semanas antes de cerrarse el período de inscripción de candidaturas, me visita al diario vespertino en el cual trabajaba para tener una opinión imparcial sobre una cuestión que dividía a la cúpula de su movimiento, cuyo contenido ya no vale la pena revelar. Lo había conocido, primero, como presidente del Centro de Estudiantes de Medicina y, después, como líder gremial del Hospital de Clínicas. Percibí que ya había cruzado la línea por una de las posiciones. “Creo que ya tomaste una decisión –le respondí– y lo que diga ya no va a cambiar tu opinión”. Asintió afirmativamente: “La otra opción implica demostrar debilidad. Sería una señal de derrota anticipada”. Apoyado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), el 26 de mayo de 1991, Carlos Filizzola es electo intendente de la ciudad de Asunción. Un movimiento independiente –”Asunción para Todos”, Lista 10– gana a los dos partidos tradicionales del Paraguay: al Colorado y al Liberal.

Lo que pasó, luego, con los sobrevivientes de aquel mayo de 1991 es otra historia. Pero ahora tenemos un escenario similar con nueve candidatos. Pero con una actitud diferente. Hace treinta años, todos pensaban que podían ganarle al Partido Colorado. Ahora, muchos creen que solo aliados podrán hacerlo. Y hasta se quiere forzar las “incorporaciones”, al punto que aquellos que prefieren continuar solos serían “funcionales” a los intereses del candidato oficialista.

Así como en mayo de 1991, la primera sensación es que las elecciones del 10 de octubre de este año se definirán entre el colorado Óscar “Nenecho” Rodríguez y el liberal Eduardo Hirohito Nakayama, de la Alianza “Juntos por Asunción”, integrada por el PLRA y el Partido Democrático Progresista (PDP), liderado por la senadora Desirée Masi y presidido por su esposo Rafael Filizzola. Y con proyecciones de que sume al Partido Patria Querida. El candidato del Encuentro Nacional ya anunció que descabalga y apoyará a Nakayama. La figura elegida es una “alianza programática” en la cual liberales, autodefinidos socialdemócratas, la derecha más radical y centroizquierdistas pragmáticos –de acuerdo se lee en sus planteamientos discursivos– tratarán de establecer algún contacto ideológico. Más que nunca se justifica aquello de “buen provecho”. P.D. ¿Por dónde andará la liebre?

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