- Por Jorge Torres Romero
El desgobierno de Mario Abdo Benítez conduce al país a un callejón sin salida, a un punto de no retorno donde la reconstrucción será muy difícil y dolorosa. En estos 32 años de democracia hemos atravesado por varias turbulencias políticas y económicas, pero tuvimos la capacidad de reponernos usando las herramientas constitucionales, elecciones democráticas, juicio político y manifestaciones naturales que permiten reencauzar rumbos, sin que ello signifique un enfrentamiento civil o la división absoluta del país en dos facciones como sucede en otros de la región como Argentina, Venezuela y Perú, con consecuencias económicas inconmensurables.
La ausencia de una hoja de ruta de un gobierno que conquistó el poder de carambola y sin liderazgo, hace que se embarque en cualquier proyecto, sin medir las consecuencias, con el solo afán de presumir de lo que carece, identidad. Un gobierno impredecible asusta, porque no avizora hacia dónde nos conduce, y lo más lógico es que nos lleve al abismo.
El rekutu de Óscar “Cachito” Salomón en el Senado, bajo la tutela de Abdo y Fernando Lugo, fue el anuncio de un plan deliberadamente ejecutado y que ahora está en marcha. Un plan hábilmente diseñado por la izquierda, ya que el presidente es incapaz de razonar proyectando un plan a futuro puesto que solo se mueve por sus emociones e impulsos diarios, propios de una personalidad indefinida y torpe.
El blanqueo a tres senadores señalados por tráfico de influencias y corrupción es la continuidad de la agenda que marcha, con una abierta intención de irritar a la ciudadanía, pero que esa irritabilidad fue provocada por el partido de gobierno (ANR). ¿Es consciente Abdo de que está siendo utilizado? Obviamente que no.
Mientras Abdo se convierte en títere de la izquierda, este sector posiciona piezas en puestos clave. Logró que el senador Pedro Santa Cruz (PDP), promotor de la ley que despenaliza las invasiones de tierras, asuma como miembro del Consejo de la Magistratura. Ahora van por más espacios en la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Superior de Justicia Electoral. No digo que no les corresponda, lo que señalo es la habilidad de este sector para usar como trapo a un presidente a quien no dudarán un segundo para rajarlo, tras lograr su cometido.
En las últimas elecciones ganó un gobierno colorado, es decir, la gente optó por un colorado no por sectores de la izquierda, sin embargo, el Presidente traiciona a ese electorado que confió en él y se alía con el sector que no fue elegido por la mayoría.
Como si esto fuera poco, Abdo liquida instituciones como el Banco Central del Paraguay (BCP), una entidad que en los últimos 15 años se mantuvo prescindente del poder político. Hoy el banco de bancos cayó en lo más bajo al negarse a proveer información al Ministerio Público en el marco de una causa por presunto lavado de dinero, justo en el año en que Paraguay debe superar la prueba de Gafilat. Esto ocurrió porque hubo una “orden superior” de proteger a un grupo empresarial afectado en la investigación, sin que importe la independencia del BCP y las consecuencias para el país, expusieron al banco a un allanamiento innecesario.
Un ente regulador como la Conajzar delegó sus atribuciones en forma ilegal a una empresa privada también por pedido de los amigos del poder. Un ministro de Obras Públicas, como Arnoldo Wiens, pisoteó las disposiciones de Contrataciones y atropelló la apertura de ofertas para la construcción del puente Carmelo Peralta-Puerto Murtinho, valuado en US$ 100 millones, pese a las protestas y el tufo a cocinada. Hay más casos por revelar. La oposición disfruta este escenario de desgobierno, mientras ellos copan espacios, la culpa de los problemas la tienen los colorados. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.