Es un estado que está latente en cada ser humano. Su condicionalidad se supedita a la emocionalidad con la que vive cada persona. Los momentos pueden ser disparadores para que su presencia sea posible. La sucesión de hechos genera oportunidades para vivenciar sus efectos, que se constituyen en el motor de acción de lo que se siente. Son los actos amparados por su calidad emotiva. Sin necesidad de proponérselos son los que demuestran lo que perciben. Son los que se percatan que algo ha pasado. Son los que se manifiestan y al hacerlo pueden experimentar expresivamente lo que creen sobre lo que están viviendo. Son los que buscan hallarse junto a quienes también viven las consecuencias de la estampa que los distingue. Es que cuando alguien se conmueve, la humanidad está viva.
Las emociones habitan en la subjetividad de quien las desarrolla y en esa interioridad encuentran la dimensión de lo que representan. Es el ambiente que propicia el universo más amplio para el desahogo de lo que acontece. Es el lugar en común donde habitan los cosmos conmovidos de aquellos que conocen de lágrimas y sonrisas. Lo vivido está inundado de conmociones internas. El impacto de las mismas repercute indefectiblemente en el exterior. Es ineludible que lo de adentro se traslade hacia afuera, y ese tránsito ocurre más allá de que se trate de evitar, en los casos que así se decide proceder, o aunque se intente acelerar lo que requiere de un tiempo para poder darse a luz. Esa inapelable ligazón tiene doble vía y la conectividad se retroalimenta una y otra vez; al acceder a la superficie visibiliza el origen de lo anterior almacenado en la privacidad del sujeto y da paso a una nueva interpretación de lo que se percibe.
Donde habitan las impresiones puede haber inquietudes. Lo que lo intranquiliza, lo que lo turba, lo que lo agita necesita ser dicho. Y es nuevamente el que convive en su entorno el que puede conmoverse. Quizás basta que uno se conmueva para lograr que lo que duele le dé paso a lo que trae esperanza. Aquel afligido puede conmoverse por la actitud que ha tenido hacia él quien lo ha comprendido. ¡Cuánto ha sucedido para que haya podido comprender! Se involucró, se compenetró, intuyó, captó, vislumbró y conoció acerca de lo que le aquejaba a la otra persona. Lo que permitió que en el universo subjetivo la multiplicidad de sensaciones revele la opulencia que posee el ser humano y permita el acceso a la socialización de su grandiosa esencia.
El aprendizaje es el resultado de cómo las personas perciben y cómo procesan esa información, enseña David Kolb, americano, especialista en educación, psicólogo social y filósofo. Para él se puede percibir a través de la experiencia concreta o por medio de conceptualizaciones y generalizaciones abstractas. Sostiene que ambas percepciones permiten, por un lado, procesar a través de la experimentación activa y, por otro, por medio de la observación reflexiva.
El sujeto del aprendizaje vive descubriéndose, creciendo, asombrándose de lo que lee, de lo que es capaz de hacer. En él fluye todo aquello que inspira al prójimo y donde hay un ser comprometido con la educación hay un presente constructivo y un sostén valioso para el futuro. Kolb diagrama diferentes tipos de estudiantes, esa clasificación puede orientar perfiles y seleccionar estilos de aprendizaje, a los efectos de fortalecer las particulares condiciones que cada uno posee. Para ello elaboró un inventario de estilos de aprendizaje. Allí hace foco en las inclinaciones hacia determinadas manifestaciones del aprendizaje.
El profesor Kolb, en su modelo de aprendizaje, considera que pueden darse yuxtaposiciones entre las dos formas de percibir y de procesar. Lo que permite, por ejemplo, que aquello que se presenta como teórico pueda aplicarse en una decisión que se toma y de esa manera experimentar el conocimiento adquirido. Abre modalidades que se manifiestan en el mundo de la experiencia y las clasifica en un cuadrante de aprendizaje.
Al percibir se descubre la presencia de las impresiones que realizan los sentidos. Aunque la profundidad de lo que se percibe requiere de atención, hecho que puede ocasionar decidir avanzar y acceder a un conocimiento que quizás no se tenía. Es la voluntad de conocer la que entra en juego y la que abrirá nuevos horizontes. Para ello hay que decidir involucrarse, interesarse, comprometerse con lo que ha sido inicialmente algo que ingresó por algunos de los órganos sensoriales y que facilitan la compresión de la existencia de una persona o una cosa o un hecho cualquiera. Es una pila de conexiones hacia el crecimiento lo que acarrea la relación entre la percepción inicial y su posterior procesamiento.
El aprendizaje cotidiano es inherente al desarrollo de la existencia de cada vida. Entender y extender el impacto que tiene su valoración le otorga un papel preponderante a la potencialidad perceptiva. La interacción diaria está repleta de posibilidades latentes, de ahí la majestuosa tarea en cada momento. Es que al observar, analizar, comprender, conversar o decidir sobre alguna circunstancia se está viviendo un proceso natural de lecciones de la vida. Y ellas repercuten en la vivencia social.
Al integrar los criterios propios uno puede interpelarse con amplitud y por sobre todo aceptar las conclusiones que naturalmente suceden durante las reflexiones emprendidas. Es desafiante hacerlo, el asunto requiere dedicación personalizada, ni más ni menos que por uno mismo. Surgen durante el desarrollo del trabajo una serie de tareas indispensables, como la de sostener la veracidad de las causas que han movilizado a tal o cual conducta. Es determinante conocerse y respetarse, así el principio fundante de la honestidad se pone en práctica en el escenario de la intimidad, desde allí todos los valores se proyectan hacia el mundo exterior.
Es elemental reflexionar. El ejercicio es vital para el crecimiento personal aunque su impacto tiene una diversidad de consecuencias, las cuales pueden enmarcarse en torno a lo social; entonces, un ser reflexivo está llamado a ser un ciudadano, que a la hora del pensar como tal genera efectos producidos desde esa condición.
Colocar los recursos que otorgan los sentidos para ahondar en la utilización de las capacidades que se poseen puede constituirse como uno de los mecanismos básicos para profundizar en el conocimiento de uno mismo. Observarse, escucharse y sentirse vivo fluyen constantemente en el continuo presente que sucede. Esa atención a los instantes es la que habilita a la conciencia del ser en acción. Por consiguiente, es permanente la retroalimentación entre el pensar y el actuar.
En esa mirada interna la apreciación completa puede ayudar a asumir decisiones que representen consolidaciones o fortalecimientos de lo que se vive, como pueden darse renuncias o resignaciones ante eventos concretos, o cambios y transformaciones que se requieren vivenciar, de una u otra forma es la vida una maestra en cada circunstancia que acaece.
También las sociedades pueden interpelarse. Las formas para su práctica deben promoverse de acuerdo a la multiplicidad de factores que la identifican y le dan vida. Todos son relevantes, es que en la valoración de las perspectivas se solventa aquello de la aceptación del otro y se promueve la construcción de diálogos amparados en la consideración de la otredad.
Para rever esta situación serán necesarias las reformas estructurales que permitan generar mayores espacios fiscales, dijo el viceministro de Economía, Iván Haas, en el Foro y Exposición Cavialpa 2022, el viernes pasado. Foto: GENTILEZA
Reformas elementales son precisas para financiar obras
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Las obras públicas fueron el motor principal de la reactivación económica del país, sin embargo, el acelerado ritmo de inversión, sumado al gasto adicional durante la pandemia del covid-19 aumentaron el ritmo de endeudamiento del Paraguay. Para rever esta situación serán necesarias las reformas estructurales que permitan generar mayores espacios fiscales, dijo el viceministro de Economía, Iván Haas, en el Foro y Exposición Cavialpa 2022, el viernes pasado.
Explicó que el 2020 cerró con un déficit del 6,1% del producto interno bruto (PIB), explicado por el sistema de salud ampliado y las obras públicas. El fin es reducir este porcentaje gradualmente hasta volver a la meta prevista en la ley, por lo que para este año el límite proyectado es del 3%, para el año que viene 2,3% y para el 2024, un 1,5%.
“Este compromiso conlleva a tener que reducir niveles de inversión pública. Mientras que en años anteriores se registraron niveles promedio del 3,2% y en el 2020 un nivel récord del 3,6% para los siguientes años deberíamos mantener un promedio del 2% de inversión para recomponer las finanzas públicas”, detalló.
Acotó que es preciso potenciar y avanzar con medidas que hoy podrían generar un espacio fiscal, como las reformas estructurales. Cito 3 ámbitos específicos, la de compras públicas que podría representar un ahorro de 1,5% del PIB, US$ 730 millones por año; la Reforma de la Caja Fiscal que liberará US$ 240 millones por año, un 0,5% del PIB y la formalización del mercado laboral, pues hoy de cada 10 personas solo 2 aportan a la seguridad social.
Un estímulo impregnado de perseverancia se transforma en hábito. En la persistencia se asienta el principio que mueve su presente, ese tiempo finito que transcurre naturalmente a su ritmo, ese que se instala en el aire que se habita y que fluye en cada instante. La relación entre lo que se quiere vivir y lo que se vive encuentra en el camino al afamado verbo perseverar, que siempre está dispuesto a convivir con quien lo tome como compañero, que lo practique, lo sienta y lo cuide a través del empeño permanente.
Su puesta en marcha implica un operativo que comienza una y otra vez y que recurre a los pequeños episodios para oxigenarse constantemente, para fortalecerse, como lo hacen los árboles, que más allá de las tempestades, gracias a sus fuertes raíces se mantienen firmes, es que son ellas las que bajo tierra construyen un entramado de unidad que supera toda adversidad. Donde hay tesón hay una arraigada convicción que lo mantiene.
Mientras exista una razón para continuar, la misma ya es suficiente para hacerlo, ella puede impulsar el avance elemental, el que lleva a otro eslabón y de esa forma permita desarrollar un anillo de vivencias, que alienten el continuo proceder y que estimulen la puesta en marcha de la capacidad de resiliencia, esa que asombra con su dinámica simple y contundente, que acepta los desafíos y que enseña el valor de la flexibilidad y la colaboración.
En el trayecto de la perseverancia los avatares normalmente son consuetudinarios, de manera que la capacidad de adaptarse a los contextos se materializa comúnmente y facilita la aceptación de las decisiones que requieren asumirse para restablecer lo indispensable, ordenar lo importante, realizar lo necesario y seguir el sendero elegido.
Es un ratito el que se vive. Entonces, en la elección de los estímulos se conquista una buena dosis de vitalidad. Además, en la conciencia de fugacidad el verbo perseverar ayuda a darle sentido a la propia existencia, dado que permite ejercer responsablemente las experiencias que acontecen y compromete a crear la mejor versión de uno mismo, tanto personal como socialmente.