• POR ROBERTO IZURRIETA
  • Analista político y académico de
  • la Universidad de George Washington

Los comicios presidencia­les en Perú sin duda fue una elección muy cerrada, pero el sistema electoral peruano, “acta mata voto”, demostró prestarse para un fraude en las mesas. Con­forme al sistema peruano, si luego de contar los votos no hay observaciones, se des­truyen los votos. Por eso, Keiko Fujimori pide revi­sar al menos 802 actas que tienen anomalías. La JNE le dice que el pedido entró un par de horas más tarde. Es una respuesta absurda, una excusa para no demostrar la fragilidad de su sistema electoral.

Muchas veces, más que observación electoral, se da turismo electoral. Los pro­blemas en las mesas cuestio­nadas corresponden a terri­torios alejados y algunos de ellos peligrosos. Por eso, el partido de Keiko Fujimori no podía (o tenía) capacidad para enviar delegados a esos lugares.

Sorprende que en muchas de esas mesas Pedro Casti­llo ganó el 98% de los votos. Esos porcentajes solo los recuerdo cuando Alfredo Stroessner era presidente. Pero, además, en esas mesas que se pide su revisión y nulidad (nulidad porque no hay los votos) es cuando en la misma mesa un mes antes Keiko Fujimori había sacado al menos algunas decenas. Es sospechoso cuando eso pasa en una mesa, pero es para ser investigado cuando pasa en mucho más de una mesa y, además, suficientes para revertir el resultado final.

Si la JNE revisara esos pedi­dos, sin duda que sí. No creo que tengan el valor para reconocer que su sistema falló y la observación elec­toral, la personalidad, para también decir que su “obser­vación” no sirvió.

–Hasta el momento con 99,935% de los votos pro­cesados, Pedro Castillo cuenta con una diferencia de 49,420 votos a favor. Y hay actas por revisar (que la JNE solo acepta revisar un 20% que no produciría ningún cambio en lo ya com­putado).

De nuevo, al no haber los votos, el acta se anula y se borra ese resultado. En esas actas que Keiko Fujimori pide revisar, Pedro Casti­llo sacó casi la totalidad de los votos de mesas, o sea, podría pedir como 200.000 votos por actas y Keiko Fuji­mori tiene más de 800 casos con actas irregulares (sobre todo firmas que no coinci­den). El argumento del JNE es que es normal que no coincida porque alguien puede estar cansado. Pero si no hay votos, nadie puede estar cansado al firmar el acta. Las actas que, por el contrario, presentó para su anulación Pedro Casti­llo son porque la mesa no se abrió a tiempo, lo cual no es causal y él también tiene votos, o sea el saldo que se borraría no sería total.

En otras palabras, si se pro­cesan, analizan y estudian esas 800 actas, que no toma­ría sino un día (o sea, no se pide anular la elección o contar todos los votos de nuevo, porque además ya no existen), lo que se pide es que se revisen esas 800 actas.

Si existieran los votos, es simple, se abre la urna y se cuentan los votos y solo son menos de 1% de la vota­ción, pero los votos no exis­ten, así que hay que revisar con detenimiento esas actas con lo que estará claro quién ganó. Pero si no lo procesan porque llegó unas horas tarde, nadie podrá confiar en el sistema. Una verda­dera pena.

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