El 21 de enero pasado, un reconocido arquitecto, directivo de una prestigiosa empresa de larga trayectoria en licitaciones públicas, había arremetido con todo contra el manejo de las adjudicaciones en el Ministerio de Obras Públicas y afirmó de manera tajante que todas las licitaciones de la institución a cargo de Arnoldo Wiens estaban amañadas y direccionadas.

El empresario evidenció su hastío por las injusticias que se estaban cometiendo en el MOPC y calificó de alevosa la corrupción en la institución. Relató que su empresa solo pudo ganar un par de licitaciones mediante las protestas realizadas ante la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas por las irregularidades detectadas en las convocatorias.

La gota que colmó la paciencia de este constructor fue que un viceministro, que todavía sigue en el cargo, lo llamó para pedir que retire una protesta e indicarle que en el futuro iban a haber más licitaciones. El empresario se negó y la alta autoridad le informó que habría represalias en su contra.

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En esa misma semana de enero se sumaron otras voces en el mismo sentido por parte de otros empresarios del rubro. Wiens estuvo en la cuerda floja, pero zafó.

Hoy, el ministro de Obras nuevamente se encuentra en el foco de la tormenta y no es para menos. La semana pasada cayó un puente en Tacuatí, San Pedro, donde fallecieron 3 personas. Los pobladores de la zona revelaron que el puente no estaba en condiciones, que enviaron varios reclamos a las autoridades y que estos hicieron caso omiso de las denuncias.

La excusa que lanzó el director de Caminos Vecinales, Rodolfo Segovia, fue que se estaba debiendo el viático a todo el personal que debía hacer la verificación del reclamo y por eso no continuaron los trabajos.

Con el desplome del puente, que le costó la vida a tres personas, hoy toda una comunidad está aislada y sin poder trabajar. ¿Quién asume la responsabilidad de tamaña desidia? Categórico: corresponde a la cabeza del MOPC. Sin embargo, una vez más, todo termina en la destitución de funcionarios de menor rango.

El descalabro de este gobierno se fundamenta en la ausencia de la toma de decisiones determinantes que inspiren confianza en la ciudadanía. El Presidente nunca se animó a destituir a nadie como señal de rectificación de lo que se hizo mal. A lo sumo se limitó a pedirles las renuncias a sus cercanos colaboradores envueltos por escándalos de corrupción. Jamás tuvo el carácter ni el liderazgo para destituir a nadie.

Astutamente y con poca vergüenza, el viernes pasado, el ministro Wiens le reiteró a Mario Abdo Benítez que su cargo estaba a disposición. Una vieja estrategia de funcionarios públicos para lavarse las manos y tirarles el fardo a quien, naturalmente, tiene la potestad de nombrar o destituir a un ministro.

Lo sucedido en Tacuatí es la confirmación de que la corrupción mata. Wiens ya tuvo que irse en enero cuando saltaron las denuncias del manejo escandaloso de las licitaciones en su gestión.

La demora en la toma de decisiones tajantes del Presidente nos cuesta la muerte de compatriotas.

No podemos seguir escuchando excusas como las que dio Abdo al decir que el puente de Tacuatí se construyó hace 20 años. Los pobladores alertaron y las autoridades no respondieron. Usando la excusa del Presidente, no podemos ir a reclamarle y exigirle gestión a don Carlos Antonio López, el presidente del Paraguay es hoy, por lo menos hasta ahora, Mario Abdo Benítez.

Ministro Wiens, renuncie a su cargo si le queda algo de dignidad, aunque sea por respeto a las familias que hoy están llorando a sus muertos. Presidente Abdo, póngase los pantalones largos y reaccione de una buena vez. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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