- Por Juan Carlos Zárate
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Una de las principales características del buen liderazgo radica en contar con el carisma, asertividad y empatía necesaria para poder trabajar en equipo, asesorando a los integrantes en todo lo que pudieran precisar, que les permita llegar a los objetivos y metas institucionales, que mantengan a la empresa competitiva y rentable en el mercado, donde bien sabemos cada vez más se van incorporando compañías de todos los segmentos de negocios y tamaños, lo cual torna el ambiente laboral mucho más dinámico y participativo, en donde la capacidad innovativa, el tratar de ir reinventándose constantemente y ser creativos en lo que hacemos juegan un rol importante dentro de nuestro mercado doméstico.
Si a pesar de tu capacidad de liderazgo, sabés compartir con tus subordinados todo lo que conozcas, les daría la posibilidad de que puedan también ellos saber tanto como vos. En eso radica la buena “pasta” del líder.
Si bien estamos en pleno Siglo XXI, muchos directivos todavía ven esto como una amenaza, cuando que es bien sabido que en la medida en que tus subordinados más apoyen, sugieran y hagan recomendaciones, las expectativas serán mejores.
Hay que concienciarse y darse cuenta de que el jefe que conoce de la importancia de delegar responsabilidades, lo que está haciendo es entrenar a alguien para que le pueda absorber parte del trabajo que recae sobre sus hombros. Alguien que esté en condiciones de poder reemplazarte cuando logres ir escalando posiciones dentro de la compañía. De allí la importancia de contar siempre con segundas líneas dentro de nuestras organizaciones.
Cuántos directivos tenemos que se sienten raros cuando les toca compartir ciertos conocimientos, pues tienen la falsa creencia de que no saben lo suficiente.
Cuando estamos en el colegio o en la universidad no necesitamos al ganador de un premio nobel para que nos transmita sus conocimientos. Con un humilde y voluntarioso profesor es más que suficiente.
El compartir ideas y conocimientos con otros colegas también tiene su nivel de importancia dentro de nuestras empresas, pues se supone que cuanto más des, más posibilidades de recibir tendrás y ya no podemos como antes vivir encerrado entre 4 paredes en nuestras oficinas.
Lamentablemente, seguimos teniendo a dueños o directivos de empresas para quienes sentarse con un competidor alrededor de una mesa de café sería negativo. No se dan cuenta de que a través de ese intercambio de conocimientos podrán sacar provecho de varios temas importantes que nuestros competidores muy bien los puedan estar aplicando con éxito y que a vos no se te pudo haber ocurrido. Hacer “benchmarking” no está prohibido.
Ocurren situaciones en que otro colega empresario que hasta hace poco nomás comercializaba productos idénticos o muy similares al nuestro han venido reemplazándolos por otros.
En la vida nunca terminamos de aprender, y cuanto más apertura mostremos para acceder a nuevos conocimientos, como para poder transmitir a otros lo que sabemos, ellos serán agradecidos contigo y en algún momento podés tener la certeza de que te los retribuirán de igual manera.
Tom Cowan decía: “Comparte lo que sabes y, lo que es más importante, lo que imaginas con otros. Guíales para que descubran sus propias verdades. La manera en que vivas la vida es una poderosa enseñanza para otros tanto como lo que les digas”.
Tengamos en cuenta que la época de las estructuras organizacionales verticalistas o piramidales, en donde eran 3 o 4 personas los “todopoderosos” que tenían en sus manos el poder de decisión, mientras los demás simplemente tenían que seguir sus órdenes o eran meros “rellenos”, ya es “historia antigua”.
Estos tipos de organigramas han sido reemplazados hace varios años por la horizontalidad, que constituye el tipo de estructura que precisan las empresas de este siglo para que los niveles de funciones y responsabilidades fluyan por toda la compañía y no queden simplemente concentrados en un puñado de personas, mientras nos quieren hacer creer que dentro de la empresa impera la democracia, el trabajo en equipo, donde todos pueden sugerir o recomendar lo que más convenga a la organización. “Bola terapia total”.