Durante el tránsito hay caminos que enseñan. Quienes ayudan también son ayudados, es una consecuencia natural que se manifiesta sin acuerdos protocolares, generando un intercambio de experiencias que ensancha la visión de los recorridos. Surge un enlace que estimula el incremento de la atención hacia lo encontrado. Que más allá de su envergadura, y del tiempo que implica su vivencia, se constituye en una causa que enlaza a los protagonistas.
Hay sensaciones que regocijan la médula emocional. ¿Qué se siente cuando se ayuda a otros a que se superen a sí mismo? Existe una inmensa unión entre la interioridad emanada de los sentidos y las impresiones que surgen de los estímulos externos, y esa enorme fusión penetra en la conciencia de quien vive ese acontecimiento sustancial.
El acto de ayudar convoca la presencia de la voluntad. Y además construye un vínculo indispensable con el verbo crecer. Se requiere actitud, disposición, generosidad y una noble intención. El sí de lo posible es determinante para darle vigencia práctica a lo decidido. También la apertura es una condición que facilita que emane con fluidez lo que se quiere hacer.
La amplitud del impacto del acto de ayudar es proporcional a la valoración que le dan las voluntades que se integran para alcanzar el fin propuesto. Lo que se siente debe ser compartido y retroalimentado entre quienes están involucrados en las consecuencias que nacen de la convivencia entablada.
De acuerdo al esmero realizado se va concretando el trayecto ascendente. Se almacena aquello que enseña a crecer y al guardarse en la memoria fortalece la potencialidad interna de quien lo atesora. Es que podrá disponer de ese caudal concreto cuando otros lo precisen. Situación que puede suceder en cualquier momento, dado que vive activada su órbita del apoyar.
La función integradora, que emerge del fomento testimonial que produce el hecho de colaborar, conecta trayectorias que están dispuestas a continuar aprendiendo. Así lo social se materializa en el encuentro provechoso de las contribuciones que cada uno realiza. De manera que, lo actitudinal se visibiliza por medio de las acciones que suman a la edificación de la comunidad. En ese espacio caben todas las justificaciones para darle ánimo a los que están conectados en el proceso destacado por la concepción de la ayuda.
El ser humano demanda comprensión durante toda su existencia. Su esencia está llamada a ser cobijada por otros, sin ellos qué sería de su vida. Leucipo de Mileto, filósofo y físico griego del siglo V a.C., consideraba que “ninguna cosa sucede sin razón, sino que todas suceden por una razón y por necesidad”. Los argumentos, para detallar las causas que generan explicaciones al respecto, pueden ser expuestos por aquel que así desee hacerlo.
Dentro de los filósofos presocráticos, Leucipo fue maestro de Demócrito, filósofo y matemático griego, que entre sus enseñanzas dijo: “El hombre es un mundo en miniatura”, dando lugar a innumerables interpretaciones acerca de la vida misma, las que le permite crear el universo de experiencias que transita durante su existir. Siendo el responsable de lo que decide hacer.
Las situaciones se enmarcan en un contexto perceptivo individual y se deducen conforme al grado emotivo que subyace en el momento en que suceden. De manera que el instante tiene su peso y las circunstancias hacen lo suyo para que lo diminuto tenga un gran impacto en el andamiaje de los procesos de la vida. Si hay motivos, que sean los mejores que se puedan establecer, para poder darle sentido a lo que se vive en el constante andar, en donde naturalmente se establecen relaciones sociales y en las cuales los otros influyen de alguna forma para que las mismas sean ejemplares.
Es preciso, o bien ser bueno, o bien imitar al que lo es, decía Demócrito. El pacto es con uno mismo, en ese acuerdo invisible el sujeto define su destino, es o simula ser. El dilema convoca a reflexionar tantas veces como aparece en acción. O al momento en que exige una definición. Aunque es determinante que se haga presente siempre, en toda ocasión y en cada actividad que se realice. Es que ante la alternativa de Demócrito se pone en juego la identidad de la conciencia.
La miniatura auténtica es capaz de construir lo que se propone, se sabe veraz y se cree lo que pregona, así lo siente y, por consiguiente, así lo practica. Necesita de razones que habiliten el crecimiento de quienes están a su lado, se esmera en descubrirlas en los pequeños acontecimientos que visten el día a día. Asume que su mundo debe abrirse y convivir con los demás mundos que conforman el planeta social. Es que se realiza cuando cobija y agradece cuando recibe un abrazo.
En el Palacio de Gobierno, Edgardo Lezcano saludando al presidente Juan Carlos Wasmosy luego de un acto que lo tuvo como presentador. Foto de la Flia. Lezcano.
No pocos protagonistas de la radiofonía paraguaya han tenido un desenlace trágico en circunstancias vinculadas al ejercicio de su tarea profesional. El más impactante fue el asesinato del periodista Santiago Leguizamón. En nuestro capítulo de hoy nos referimos a los acontecimientos trágicos más recientes que involucraron a gente de radio.
Edgardo Lezcano Paredes fue locutor de Radio Nacional del Paraguay, animador, maestro de ceremonia, hombre de tierra adentro, proveniente de una familia muy arraigada en la comunidad de San Ignacio, Misiones, donde había nacido en el barrio Lourdes de la capital misionera un 18 de julio del año 1966; hubiera cumplido 56 años en días pasados; era hijo de don Hernán Lezcano y doña Ana Dejesús Paredes. Sus estudios primarios los había realizado en las instituciones educacionales de su “valle”: Escuela San Ignacio de Loyola y Colegio Rigoberto Caballero.
Tras instalarse en Asuncion, había egresado de la Escuela Municipal de Locución con las más altas calificaciones, lo que le acreditó para realizar una pasantía en Radio Nacional del Paraguay en los primeros años de la década del noventa. Sin embargo, ya había realizado también tareas como locutor por un breve tiempo en radio Arapysandu de San Ignacio y Curupayty FM de Asunción. Al poco tiempo aparece su nombramiento oficial como locutor de estudio primeramente y luego como maestro de ceremonia de los actos presidenciales con sucesivos presidentes: Juan Carlos Wasmosy, Raúl Cubas Grau y Luis Ángel González Macchi, entre los años 1997 hasta el año 2001, en que se produjera su deceso. Igualmente, se desempeñó como animador de programas folclóricos en Canal 9 TV.
Edgardo Lezcano (Izq.) junto con Rubén Rodríguez, coincidiendo como presentadores de algún evento de gran trascendencia en Asunción, a mediados de la década de los 90. Foto de la Flia. Lezcano.
EN LA EXPO AMAMBAY
En junio de 1997 Edgardo ya cumplía con toda solvencia profesional su tarea de presentador y maestro de ceremonias. Me cupo la ocasión de proponer su nombre para las ceremonias oficiales de la Presidencia de la República y efectivamente pasó a desempeñarse en esa tarea de gran relevancia no solo para la actividad oficial en sí mismo, sino para el profesional, ya que estaba en juego toda la solvencia y el conocimiento para el normal desarrollo de un acto oficial con todo el protocolo establecido por el ceremonial del Estado.
El 6 de octubre se cumplía en Pedro Juan Caballero el acto de inauguración oficial de la Expo Amambay 2001, con la presencia del entonces presidente de la República, Luis Ángel González Macchi. Edgardo Lezcano había viajado con la comitiva de periodistas acreditados en el Palacio de Gobierno, previéndose su retorno al culminar la ceremonia oficial.
Poco después de las diez de la mañana culminaba el acto oficial y el jefe de Estado se retiraba del campo de exposiciones de la Asociación Rural del Paraguay filial Amambay, ubicado casi a la entrada de la ciudad.
El maestro de ceremonia anunció la finalización del acto y el presidente de la República se retiró y descendió por las escaleras en las que se accedía al palco. Detrás de él su comitiva oficial y el locutor Edgardo Lezcano, quien comenzó a sentirse mal y antes de seguir a la comitiva presidencial descendió a los sectores de los sanitarios y procedió a mojarse la cabeza y el rostro en uno de los lavamanos. En ese lugar cayó al intentar sujetarse de uno de los pasamanos. Inmediatamente fue asistido por, entre otros, el entonces ministro de Justicia y Trabajo, Dr. Silvio Ferreira, médico de profesión, y parte de la comitiva presidencial. Se recomienda su urgente traslado a un sanatorio privado aledaño al local, donde ya llegó sin vida. La causa: infarto masivo de miocardio.
El retorno a Asunción fue una escena aún más penosa, según comentaban los colegas que horas antes estaban en el mismo vuelo que los transportaba con vida a él y a los periodistas encargados de la cobertura presidencial, entre quienes Lezcano gozaba de gran admiración. Era el último vuelo en el que retornaba el cuerpo inerte de Edgardo Lezcano en una camilla en el piso del avión, haciendo que el vuelo –un poco más de una hora– sea casi interminable para los pasajeros, conformados por periodistas, fotógrafos y camarógrafos, cerrándose así una trágica página que costó la vida a un profesional joven de la radiofonía paraguaya.
Edgardo Lezcano, joven locutor y maestro de ceremonias tempranamente desaparecido, luego de alguna ceremonia oficial. Foto de la Flia. Lezcano.
OTROS SUCESOS
El asesinato en manos de la mafia fronteriza del periodista y director de radio Mburucuyá de Pedro Juan Caballero, Santiago Leguizamón, que abordaremos en un próximo capítulo, se suma a otros acontecimientos más recientes que enlutaron el ambiente radial y que ocurrieran casi en su lugar de trabajo, entre ellos el fallecimiento en plena cumbre de su carrera de Carlos Alberto Gómez, a los 37 años, el más importante relator deportivo de las pasadas décadas, quien falleciera el 1 de setiembre de 1987. Así también, el deceso del periodista deportivo Carlos Anastasio Salgueiro, víctima de un ataque cardiaco en pleno programa de radio Cardinal, el 29 de agosto del 2001, como nos señalara el periodista Pedrito García.
A estas referencias podemos agregar igualmente el trágico accidente de tránsito en el año 1991 sobre la hoy conocida como avenida Defensores del Chaco o Calle Última, que costara la vida a Silvio Noguera Ayala, uno de los más populares locutores que identificaba a radio Comuneros en una época en que se encontraba ya en radio Nanawa, de Luque. Además, la excelente locutora y animadora Gloria Sofía (en ese entonces pareja del animador y locutor Carlos Niz), quien pereció en otro percance automovilístico ocurrido en la noche del 15 de abril de 1985, suceso ocurrido tras culminar su tarea nocturna habitual en el restaurant show Yguazú.