• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político.

El miércoles se produjo una reunión entre el vicepresidente de la República y un grupo de senadores, el motivo fue darle entrada oficial al cuestionado proyecto de ley, impulsado por el Ejecutivo, que pretende penalizar cuestiones como la sustracción o el acceso a vacunas de covid-19 saltándose los procesos. De hecho, la escenificación de la presentación era la crisis generada por la aplicación irregular de la vacuna que benefició a la ahora ex senadora Mirta Gusinky, quien se vio forzada a renunciar.

Al concluir la reunión, el vicepresidente de la República brindó unas declaraciones al respecto de la agenda de la reunión, informó que entre los temas tratados en la misma estaba el impuesto a la soja. Y todo explotó por los aires.

Luego también salió a declarar y ratificar que el tema estaba en la agenda el actual presidente del Senado, Óscar “Cachito” Salomón. Al día siguiente, se dan unas contundentes declaraciones del viceministro de Tributación, Óscar Orué, siendo el área a su cargo la que debería de plantear cuestiones impositivas y negando de manera categórica que el tema esté en la agenda del Poder Ejecutivo. En la jornada del sábado se dieron declaraciones de sectores como la Unión de Gremios de la Producción tratando la iniciativa de disparate. Incluso el propio presidente de la República hizo alusión al tema y le dedicó gran parte de su discurso en una jornada de gobierno en Edelira, Itapúa.

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Ahora, vayamos a lo que podría ser que haya detrás de todo esto, estamos a menos de un mes de las elecciones para la mesa directiva del Senado. Instalar en la agenda pública un eventual impuesto a la soja genera la simpatía de un sector importante de la Cámara Alta que siempre está de acuerdo con la cuestión, la izquierda y la centro izquierda. De hecho, en la actualidad la vicepresidencia primera es ocupada por el senador Fernando Lugo.

De lo que estamos siendo testigos es la campaña por la reelección de Óscar Salomón como presidente del Congreso. Y uno diría que papel cumple en todo esto el vicepresidente de la República, pues pasa que Salomón es la mejor carta para candadear un eventual juicio político. Al estar tan identificado con sectores del progresismo, para el segmento conservador del Senado costaría bastante votar un libelo acusatorio para ambos del Ejecutivo y que lo deje a “Cachito” directo en la línea de sucesión. Por eso, esto es, en realidad, no un impuesto a la soja sino que un impuesto a la reelección de la presidencia del Senado.

Altos operativos que se dan dentro de lo que hace a la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.

Etiquetas: #impuesto

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