• Por Jorge Torres Romero
  • Columnista

El prestigioso médico, doctor, profesor Miguel Farina, miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA y jefe de la Segunda Cátedra Clínica Quirúrgica del Hospital de Clínicas, fue denunciado por sus propios colegas y estudiantes que acude a la institución solo para marcar su salida. En el mismo horario que debe estar en el Hospital de Clínicas hace consultorio en un sanatorio privado.

Le hicieron el seguimiento y efectivamente comprobaron la situación. En el servicio de Emergencia tiene un horario de 10:15 a 13:15 y en la segunda Cátedra de Clínica Quirúrgica del Hospital de Clínicas el profesional tiene un horario de 13:20 a 15:20. Por esta labor cobra un salario de G. 6.500.000; sin embargo, en el sanatorio privado, el doctor Farina figura que hace consultorio de 12:30 a 14:30 los martes, miércoles y viernes, en el mismo horario en que debe estar en el Hospital de Clínicas. Farina no cumple con su trabajo en el centro asistencial público. Fue descubierto cuando llega desde la calle en su camioneta, se baja, va hasta el reloj marcador, registra su salida y se retira.

Aparte de faltar a su lugar de trabajo, el médico también falta al Código de Ética de la Facultad de Medicina que está vigente y que en su artículo 5 habla de los valores éticos que tienen que tener los médicos y que son honestidad, integridad, compromiso, transparencia, eficiencia, responsabilidad y respeto.

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El viceministro de Economía, Iván Haas, nos contó que de 131.000 personas que se inscribieron para acceder al “pytyvõ de frontera”, hicieron un primer filtro y 106.000 fueron excluidas tras comprobarse que no cumplían los requisitos. Quedaron 3.700 formales y 18.000 informales. En un segundo filtro, comprobaron que alrededor de 1.000 personas lograron falsear los datos y accedieron al subsidio en forma irregular.

La semana pasada habíamos denunciado que personas con poder adquisitivo de Encarnación, con negocios que no cerraron en pandemia, con lujosas camionetas y que viven en coquetos barrios cerrados se alzaron con los G. 500 mil del primer pago del subsidio, mientras cientos de comerciantes de la ciudad de Alberdi están pidiendo solo comida para no morir de hambre.

El Ministerio de Salud dio a conocer el viernes que de los 518 casos investigados por vacunación irregular, 88 son los constatados por no contar con documentación que justifiquen haber sido inmunizados. Es decir, recibieron la dosis destinada para los adultos mayores. También desde Salud confirmaron que aparecen en el registro 1.055 fallecidos, lo que indica que intencionalmente fueron cargados esos datos para beneficio indebido.

El caso de la ex senadora Gusinky, quien renunció al cargo luego de comprobarse que accedió a la vacuna en forma irregular, se despidió con una nota aclarando que se va por mentirosa, no por corrupta.

Estos sucesivos hechos demuestran la degradación moral de nuestra sociedad, y que erróneamente se pretende endilgar única y exclusivamente a un sector político. La sociedad está podrida en general, en todos los niveles, también la prensa. La gran pregunta es, ¿cómo se reconstruye todo esto? No tengo la respuesta. Pero el sentido común nos hace suponer que la impunidad es casi peor que la corrupción. Pero, ¿cómo se aplica justicia cuando el juez también se me vende? Mi amigo y periodista deportivo Roberto “Tito” González recordó en la radio la semana pasada las columnas de monseñor Ismael Rolón “Desde mi oasis” en las que se refería a la necesidad, a principios de los noventa, de pensar seriamente en la reconstrucción moral del Paraguay. Es momento de hablar seriamente de esto. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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