- Por Eduardo “Pipó” Dios
- Columnista
Los hijos de puta, etimológicamente, son simplemente los hijos de mujeres que se dedican a la prostitución, quizá hasta por necesidad, por lo que no implica que sean, ni por asomo, malas personas, al menos por ese motivo.
Ahora el hijo de puta, ese ser malo, cagador, jodido, malintencionado, indolente, corrupto, capaz de todo tipo de bajezas o vilezas, poco tiene que ver con sus orígenes o la profesión de la madre que lo engendró. El HDP, para no seguir repitiendo “la grosería”, es una construcción, se hace, no se nace, no hay bebés HDP, se van haciendo con el paso de la vida, muchos desde pequeños, conocemos algunos niños bastante HDPecitos desde la más tierna infancia, que luego, generalmente se convierten en soberanos HDP, y para desgracia del resto, pueden llegar a puestos de poder, donde se potencian y desarrollan esa hijaputez a sus anchas, sin límites y sin “ponderar”.
HDP hay y hubo en todos lados y en todas las épocas, pero siempre, es importante, que alguna vez su hijaputez le pase la factura, le cobre, en su totalidad o en parte, los daños y perjuicios causados. A veces son durísimas, como el dictador Benito Mussolini, apaleado, linchado y colgado de las patas en una plaza pública, o sus “pares” el rumano Ceaușescu, Saddam Hussein o Gadafi; y a veces son poéticas, como cuando mueren en el exilio, luego de dejar morir en el exilio a miles, o en alguna prisión después de haber matado a otros miles en sus mazmorras.
Pero bajemos un poco en el nivel de hijaputismo y celebremos que, una senarrata usurpadora, hoy tuvo que rajar por ser pillada en una vileza, de las tantas que habrá hecho en su “prolífica” carrera en el hijaputismo. Vacunarse saltándose la fila, porque tenés el “poder” y las “influencias”, viendo cómo miles de personas mayores que vos o de tu misma edad sufren esperando las escasas vacunas, encima a domicilio, porque “para eso mandamos”, es una demostración clara de hijaputez, de que te chupa un cuerno tu prójimo, que sos de una “casta superior”. Y sos simplemente, una atajacarteras servil y funcional, a un grupo de facinerosos que usurpó una banca que jamás te correspondió y simplemente la ocupas ilegalmente para serle fiel a los badulaques que te impusieron ilegal e inconstitucionalmente. Disfrutemos de estos escasos momentos, en que el karma se ocupa de poner las cosas, un poquito en su lugar, en que les hace probar un poco de la mierda en que, ellos mismos, por su vileza y bajeza, sumergen al resto de los ciudadanos, de quienes se burlan y de quienes no tienen piedad.
Una victoria, después de tantas derrotas, levanta el ánimo, una protegida de la claque política más poderosa de este país, hoy cayó sin que esa mafia, que la impuso, y de la que era parte pudiera salvarla. No es poco. Celebremos que la hijaputez no les salió gratis, por esta vez.