• Por Emilio Daniel Agüero Esgaib (*)
  • * Pastor principal de la iglesia Más Que Vencedores

“En la Biblia hay tres libros que se conocen como ‘sapienciales’. Estos son: Proverbios, Eclesiastés y Job. Proverbios nos muestra que Dios es sabio y justo. También nos dice que Dios creó un mundo ordenado, donde el bueno es recompensado y el malo recibe castigo, lo cual es una arista de la verdad.

El segundo libro es Eclesiastés, que nos dice que la vida no es siempre como queremos, que el mundo es injusto y la vida es impredecible y difícil de entender, lo cual también es otra arista de la compleja verdad de la vida. A esto surge una pregunta que todos nos hacemos en un momento de nuestra existencia, y la Biblia no lo esconde: Al final, ¿es Dios sabio y justo? Esta última pregunta se responde en el libro de Job”. (Proyecto Biblia).

Cuando alguien sufre, la mayoría de las personas dice esto en su mente: “Por algo será”. “Algo habrá hecho”. “A lo mejor tenía cosas escondidas”. “Dios estará tratando con él porque siempre supe que era orgulloso”. “Posiblemente sea por falta de fe”. “Dios conocerá su corazón”. “A lo mejor es una maldición generacional o un pecado de sus padres”.

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Siempre queremos creer que las cosas suceden como consecuencia de algo y queremos descubrir y entender ese algo. Esto ya ocurrió con los mismos discípulos de Jesús. Cuando vieron al ciego, preguntaron quién había pecado, si él o sus padres, para que esa ceguera le tocase. Jesús dijo que no se trataba de eso, sino que había un propósito en esa desgracia y respondió: “Para que la Gloria de Dios se manifieste” (Juan 9.1-3).

Queremos saber siempre qué es lo que Dios hace, pero la verdad es que nunca lo sabremos completamente. Muchas veces encontraremos baches en nuestras lógicas espirituales, y esto es así porque somos seres limitados mental e intelectualmente, emocionales y pasionales, carnales y poco o nada espirituales y porque, sencillamente, no somos Dios. Si supiésemos y entendiésemos todo lo que Dios quiere y hace, seríamos Dios, o Dios no sería Dios.

Una de las cosas que me dan paz acerca de que Dios es Dios es que no entiendo todo lo que Él hace, porque eso quiere decir que yo no soy Dios y Dios es mucho más que yo. Él dice que caminamos por fe, no por vista, y que sin fe es imposible agradar a Dios, y si supiésemos todo y entendiésemos todo como seres finitos, querría decir que nuestro Dios también lo es. Si Dios fuera como yo soy, finito y limitado, yo tendría temor porque eso significaría que Él no puede entender todo y, por lo tanto, no tiene el control de todo.

Decir que Dios tiene el control de todo es decir que Él sabe, entiende y hace cosas que nosotros no. Eso nos habla de su infinitud y de sus atributos de omnisciencia, omniconsciencia, omnipresencia, y eso me da paz, puedo confiar en un Dios todopoderoso que, de una manera que muchas veces yo no entiendo, tiene el control de todo y su promesa dice que “todo ayudará a bien a los que aman a Dios”.

Nosotros, más que querer saber por qué Dios permite tal o cual cosa, lo que tenemos que saber es quién es Dios y cuáles son sus promesas.

También me da paz su última promesa en Mateo 28.20: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. O sea, Dios, aunque no lo vea o no lo sienta o incluso esté decepcionado o enojado con él por la circunstancia que me toca vivir, está conmigo. Él está en mis vacaciones, también en mis internaciones, cuando estoy enfermo. Él está conmigo en mi fiesta de cumpleaños, pero también en un velatorio, cuando alguien que amo murió. Él está conmigo en toda circunstancia. Esa es una promesa demasiado grande, que solo con la fe puedo sostener.

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