• Por Eduardo “Pipó” Dios
  • Columnista

Que el IPS cumple una función importantísima en la vida de muchos ciudadanos es innegable. Mal o bien, casi siempre “más o menos”, los cotizantes, un porcentaje importante, mas no mayoritario de la población, reciben atención médica, muchas veces tratamientos que no podrían pagarse ellos mismos, ya sea de enfermedades graves o catastróficas. Estudios complicados, obviamente, sinónimos de “caro”, son absorbidos por la previsional luego de, normalmente, una ardua pelea del paciente, por, en primer lugar, conseguir un turno, luego con mucha paciencia esperar ser atendido y, luego, con más paciencia aún, agendando turnos, esperando nuevamente varias horas y peleando y rezando para que los medicamentos indicados estén en stock. No son pocos los que recurren a amparos judiciales para torcer los “reglamentos”, muchas veces violatorios de la propia carta orgánica del instituto, puestos ahí para “trancar” lo que se pueda, sin importar más que el evitar gastar el dinero en lo que corresponde.

También los jubilados y pensionados reciben del instituto, luego de arduas idas y venidas burocráticas para conseguirlo, sus haberes, en tiempo y forma, al menos hasta ahora.

Pero el IPS es una ratonera administrada casi siempre por ratas, puestas ahí por políticos más ratas aún, que se devoran millones y millones de dólares anualmente en compras amañadas, coimas, gastos innecesarios, cuoteo político de cargos, tercerizaciones con “premio” para los muchachos, producto de la destrucción, muchas veces intencional, de los equipos propios, por los que el instituto pagó casi siempre el doble o el triple, cuyos mantenimientos, también pagados de antemano, ni se realizan. O simplemente “deciden” que no anda y te mandan a que algún privado, generoso con el poder de turno del instituto, te haga el estudio, generalmente sobrefacturado.

La compra de medicamentos truchos, o de dudoso origen, es habitual, a la razón de que a menor costo para el “amigo laboratorio” de maletín la coima es mayor.

Ahora, ¿quiénes son los responsables directos e indirectos de esta cueva de ratas corruptas? Primero su presidente y su consejo, puesto a dedo, en su mayoría por el gobierno de turno como cupo político de quien tenga la sartén por el mango en el momento, que es el otro responsable directo. Indirectamente es la clase política, que ya sea porque está chupando la teta del IPS o porque está esperando llegar al poder, como lo demostraron ya, y ahí chuparla ellos. Nadie quiere cambiar nada. Putean un poco, pero, ante cualquier amenaza de cambio real del “mecanismo”, se borra la mayoría.

Hoy hay un proyecto para, al menos, intentar cambiar el sistema de nombramiento de los consejeros y también el sistema de administración del ente. Por supuesto, hasta ahora tiene más detractores que adherentes por los motivos antes citados. Es hora de que nos hagamos oír los perjudicados de siempre, los aportantes, los que les damos de comer a estas ratas gigantes e insaciables, que fungen de autoridades del instituto y sus padrinos políticos. Es intolerable ver que en plena pandemia, cuando hasta sus propios familiares están en riesgo, ellos sigan manejando asquerosamente la institución, sin la menor vergüenza, ni siquiera instinto de supervivencia. El presidente de la República ya demostró que no tiene el menor interés en mejorar la cosa, poniendo a un cómplice del anterior presidente del IPS como sucesor ante los reclamos de actos de corrupción recurrentes del rajado. Quedó en nuestra cancha patear el tablero. No hay otra; las ratas son insaciables.

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