“Duele decirlo, pero hay que decirlo”
- Por Pablo Alfredo Herken Krauer
- Analista de la economía
- Email: pabloherken@yahoo.com
Marito ya es el peor tercer Presidente de la República en nuestra democracia, nacida el 2 y 3 de febrero de 1989, fecha que tanto desprecia, como hijo de la dictadura. Raúl Cubas Grau y Luis González Macchi ya están acompañados como hacedores del infortunio que golpeó y golpea a nuestro país y a nuestra gente. Marito no tuvo que ser Presidente. Pero los Vierci y Zuccolillo vía sus medios de prensa lo subieron al pedestal. Con alguna importante colaboración de representantes de la Iglesia. Marito personificaba el bien máximo, con garantía de una gestión excelente con la mejor gente, y pureza endiosada en sus valores para combatir la corrupción y cambiar la historia del Paraguay. A quienes lo apoyaron en nada les importó que fuera stronista “fanático”, incluso para los que lucharon contra la dictadura y fueron víctimas de ella. Anti stronistas llevaron al poder a Marito, que se compara con Stroessner.
Por esas vueltas que da la vida cuando elegiste mal hoy sus patrocinantes económicos, políticos y medios de comunicación de ayer, pecadores por endiosar un falso ídolo, lo quieren rajar acompañando el clamor popular “que se vaya Marito”. Marito no fue un accidente, no llegó por accidente. Fue fruto de un juego de poder, en gran parte, y también una devolución de favores por parte de todos aquellos empresarios también hijos o clientes privilegiados del stronismo. La economía creció 5% en el 2017 con el saneamiento de las finanzas fiscales conteniendo toda suba salarial desmedida, congelando incluso en el 2016. En el 2018 el crecimiento económico fue del 3,4%. Por la sequía y vecinos malos en el 2019 en vez de crecer la economía cayó -0,4%. La pandemia nos perjudicó mucho y volvimos a caer -1% (-0,9% según otros cálculos). Ya desde junio del 2018 nos tocó la mala. Demasiado tiempo para tanto mal tiempo. Dolor en la gente. Heridas económicas abiertas que no cicatrizan.
Y se nos presentó el 2021 con perspectivas buenas para empezar a salir del pozo, o por lo menos del fondo del mismo, no todos es cierto, pero haciendo bien los deberes, para beneficio de una mayor cantidad de gente. Y todo pintaba esperanzador cuando explota la crisis sanitaria que ya se venía arrastrando desde octubre del año pasado, y se nos escapa el sueño de la vacunación masiva, con la indignación popular al comparar lo nuestro con lo que ocurre en otros países de la región, que inclusos nos donan inmunizantes.
La crisis en Salud fue el detonante para que la mala gestión de Marito en otras áreas fuera el centro de desbordantes como enojadas críticas que nos trajeron lo que no queríamos para el 2021: la inestabilidad política, otra vez la amenaza de un juicio político, la convulsión o crispación social con marchas de protesta autoconvocadas por la ciudadanía. Y esta inestabilidad política más temprano que tarde daña el consumo, después la inversión, y podría subir el riesgo-país medido por las calificadoras internacionales. Y todo ello justo cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) nos felicita y nos aplaude por lo hecho en el 2020 para tener la economía latinoamericana con menor caída, claro está, gracias a la recuperación del campo, sumado a todo el instrumental del Gobierno para amortiguar los golpes. Desafortunadamente, Marito se sintió semi Dios.
El salvador, el tercer reconstructor, el que todo lo hace bien. Se olvidó que gran parte de lo bueno que se hizo en el 2020 no fue de su autoría. Fueron el equipo técnico, liderado por su hermano, Benigno López, y el sector privado los verdaderos responsables del aplauso que hoy recibimos. Y más en las nubes que pisando tierra, Marito menospreció la salud de la gente. Cuya economía desfallecía. Marito es peor que la pandemia, me dijo un amigo. Una pandemia que no termina y castiga a la economía, justo en un 2021 prometedor. Solo un Marito que se autocritique con sincero rigor, que cambie su Gabinete y rectifique rumbos, que se haga humano, nos evitará inestabilidad política, sin llegar al extremo de paraguayos enfrentados entre sí. En estos casos extraordinarios solo cabe un milagro. Y con Dios pidiéndolo. Con Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.