“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

Con una vacunación masiva de tortuga o cangrejo, Marito nos empandemia todo y a todos, entre ellos a la economía, que pierde así, por demasiada gente desprotegida y con una incertidumbre con el ropaje del miedo, enormes e incalculables beneficios extras en un 2021 con un buen año sobre sus hombros. Y cuando hablo de beneficios o ganancias extras me refiero a las ventas, al empleo, a la inversión, a la recaudación de impuestos, a mayores recursos para salud y educación, más obras públicas con endeudamiento muy prudente, y lo que es más importante al cuidado de la vida de los ciudadanos, con el objetivo de que la mayor torta económica de este año se agrande y extienda a los sectores sociales más castigados, más débiles, más vulnerables, los pobres, a los que más debemos tocar positivamente en sus bolsillos y estómagos. Al empandemiarnos Marito nos condena al dolor económico y social. Nos deprime. Nos humilla. Nos deshumaniza. Sufren nuestras familias. Sufren nuestros hijos. Para mí, porque sé cómo es la sangre estronista que corre a mares por sus venas, el mayor pecado de Marito, y explica el fracaso en la vacunación, es su actitud, con soberbia y rencor, añorando el pasado dictatorial de casi 35 años, valorando más que los derechos humanos (la vida) lo material de una obra pública con la que exhibirse triunfal, posar cual reconstructor –el 3º dicen que dice– y besar la placa conmemorativa de la inauguración con la fotografía histórica de un puente, una ruta, un asfaltado, una pasarela. ¿Cómo se explica sino su muy buen período de obras públicas – con endeudamiento a patadas – contrastando seriamente con las escuelas y colegios en ruinas, un pobrísimo programa de viviendas sociales, el padecimiento de la pandemia con tantas limitaciones y la queja en llantos de los de blanco pidiendo por favor más insumos, concluyendo la jornada como almas en pena? El fracaso de la vacunación masiva no es un accidente. Se impone lo material sobre lo humano. Además de incapacidad. Porque dinero nunca ha faltado. Ni falta.

“Alguien debería hacerse responsable por el gran fracaso en el programa de vacunación masiva para inmunizarnos lo más rápidamente posible contra el coronavirus (covid-19)”, dijo un amigo. “El primer y único responsable, lo asuma o no lo asuma, por su cargo y autoridad es el presidente de la República, Mario Abdo Benítez. Sobre él cae el peso de la impericia, entiéndase falta de conocimiento en determinado arte o profesión, es decir negligencia, imprudencia, y, generalizadamente hablando, incapacidad”, manifesté, educadamente. Con todo respeto. Acto seguido le leí parte de unas expresiones de un muy conocido empresario local, excelente referente del sector: “Nos preocupa y llama la atención que el Gobierno pecó de inocente en un esquema de alta demanda y requisitos. Paraguay tuvo que haber sacado sus mejores armas desde el punto de vista de relaciones exteriores. Es ridículo que una persona tome eso como un comienzo –las primeras 4.000 dosis que llegaron– cuando eso fue una muestra. Lo tomé como una muestra porque es imposible que una persona dentro de su razonamiento se ponga a aplaudir porque recibió sus primeras 4.000 dosis. Me importa un comino cuál es el inconveniente con la negociación de las vacunas. Como ciudadanos solo queremos que vengan, para eso están las autoridades a cargo, tienen que ocuparse y ser diligentes y hacer lo que esté a su alcance para que las vacunas lleguen en tiempo y en forma”.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Este año económico en el que volveremos a crecer después de dos caídas consecutivas -0,4% en el 2019 y -1% en el 2020 perdiendo 660 millones de dólares en la recaudación de impuestos, está marchando bien en el primer bimestre 2021 (ver cuadro al respecto), y lo hace y hará con viento de cola, paralelo al sentido de la marcha, a favor del movimiento hacia adelante, como empujando el carro. ¡Cuántos gobiernos no tuvieron éxitos al contar en su gestión con el famoso viento de cola! En nuestro caso hoy: buena cosecha de soja, mejores precios mundiales como los del 2014, vecinos en escenarios menos peligrosos, dólar barato a nivel internacional, la alta consideración externa a nuestra estabilidad macroeconómica, con el ejemplo de la reciente colocación de bonos soberanos por 825 millones de dólares a 11 y 31 años, la primera operación de canje y tasas de interés y plazos que solo pueden recibir quienes tienen lo que aún no tenemos: grado de inversión. ¿Cuánto de beneficio extra para la gente perderíamos pese al buen año 2021 con viento de cola a favor, si Marito no transforma su ego material por menos estronismo y más humanidad? No lo sé. Pero en un escenario negativo con pobrísima vacunación, dejaríamos de ganar o sumar al buen 2021 mil millones de dólares. ¿Quién se hace responsable? Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

Dejanos tu comentario