Simon Murray decía con gran acierto y también con humor: “Alguna gente no puede ver el bosque porque se lo impiden los arboles. Yo veo el bosque y los árboles y el pequeño pueblecito que está más allá y, lo que es más tengo un lanzallamas”.

Siempre es bueno y recomendable que nos concentremos en visualizar la imagen en su conjunto, pues no sería deseable que te llegaras a concentrar solamente en lo que haces o en lo que hacen en el departamento o división de la empresa en la que trabajas.

Tampoco podemos limitarnos solamente en poner nuestro focus, en lo que hace nuestra empresa dentro del mercado en el que operamos.

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Lo ideal es que pongamos siempre en contexto todo el universo que nos rodea, de tal forma a que podamos tener mucho más posibilidades de tomar decisiones acertadas dentro del espectro de abanico variado que se nos presenta en nuestro día a día.

Un buen directivo en este siglo que nos toca vivir, en el que todo circula a un ritmo vertiginoso y muy dinámico, siempre es recomendable que no se concentre solamente en el aspecto técnico/profesional que rodea a la función que desempeña dentro de la organización, sino que pueda ir mucho más allá, abarcando conocimientos sobre aspectos políticos tanto a nivel doméstico como regional y de extrarregional, de eventos que van ocurriendo en diversos países, de todo lo que rodea a los principales aspectos de la legislación a nivel país y que atañen al buen desenvolvimiento de nuestras empresas, además de los avances tecnológicos que se van dando en diversos ámbitos, puedan o no afectar al segmento de negocios explotado ya sea directa o indirectamente.

De allí que un directivo moderno debe estar permanentemente actualizado de como se “está moviendo” tanto la macro como la microeconomía a nivel país y en el caso de tratarse de una empresa exportadora, de los principales mercados de colocación de sus productos.

Cuántos directivos tenemos que “se encierran” todo el santo día entre 4 paredes en su confortable oficina, y están ajenos a lo que ocurre en el mundo exterior, pues se dejan absorber por las misceláneas del día a día y muchas veces les cuesta poder discernir lo urgente de lo importante.

Nuestro país es pequeño en superficie y en población, pero en contrapartida si uno se pone a observar el mercado doméstico a nivel global, nos damos cuenta de la inmensa cantidad de segmentos de negocios que operan, a través de empresas pequeñas, medianas o de tamaño corporativo.

Muchos seguimos en la creencia de que la calidad de nuestros productos es nuestra mejor carta de presentación ante nuestros clientes, y no nos damos cuenta de que hoy día ya no es el producto lo principal, sino que son los clientes, a través de sus gustos y tendencias cambiantes, a los que debemos fijarnos y hacer un monitoreo/seguimiento constante para no quedar rezagados, pues la competencia “no tiene parientes” y siempre llevará las de ganar, aquel que se muestra mucho más avispado y curioso y que centra su atención en lo que les gusta a sus clientes y si teníamos un producto que antes mantenía un buen nivel de salida, y súbitamente los niveles de facturación en dicha línea empezaron a disminuir, tenemos que preocuparnos y ocuparnos de que es lo que está aconteciendo.

De allí que la división de ventas de cualquiera reviste una gran importancia, para que a través de vendedores que sean asertivos y muestren con los clientes la empatía necesaria, sepan escucharlos antes que “bombardearlos” con detalle técnicos de los productos que comercializan.

El marketing moderno así lo exige y las empresas sean del segmento de negocio que los fueren deben estar debidamente aggiornados, y ser lo suficientemente proactivos dejando de lado la reactividad que nunca es buen aliado, pues muchas veces ya el problema los tenemos “sobre nuestra cabeza”.

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