• Por Jorge Torres Romero
  • COLUMNISTA

Los direccionamientos en licitaciones públicas para favorecer a las empresas “amigas” no son ninguna novedad. Esto sucedió en todos los gobiernos, sin excepción. Cuando la semana pasada compartíamos en redes las denuncias detalladas de los procesos amañados en el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), un seguidor escribe que “estos periodistas millenials recién ahora se enteran de algo que siempre fue así”. Agradecí lo de “millenials”, pero ya en la década de los 90 estábamos por la redacción del diario Última Hora escuchando estas historias de amaños, arreglos y transas.

Por el MOPC, en esta era democrática pasaron un montón. Desde Porfirio Pereira Ruiz Díaz, Carlos Facetti, Octavio Lamar, Víctor Segovia Ríos, Alcides Jiménez, José Alberto Alderete, Rogelio Benítez, Roberto González, Efraín Alegre, Enrique Salym Buzarquis, Ramón Jiménez Gaona y ahora Arnoldo Wiens. Todos tuvieron sus escándalos, quizás algunos menos y otros más. Pero el hecho de que siempre nomás luego fue así no otorga licencias para que dejemos pasar lo que actualmente ocurre en la administración Wiens y asumirlo como una cuestión normal.

El monopolio de la corrupción no lo tiene solamente este gobierno ni los colorados. El punto está en qué estamos haciendo para evitarlo. Los empresarios que la semana pasada se animaron a dar la cara y denunciar los abusos en la gestión Wiens lo hacen porque, evidentemente, están defendiendo sus intereses, son empresarios, no viven de la filantropía. El solo hecho de formar parte de la larga lista de empresas beneficiadas en procesos licitatorios les dará autoridad moral para denunciar, porque son los que conocen perfectamente y en detalle cómo funciona la cosa. Las denuncias no las hará precisamente la madre superiora de la Congregación de Las Carmelitas Descalzas, la hace alguien que conoce a la perfección el sistema.

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Amílcar Troche, presidente del Centro Paraguayo de Ingenieros, puntualiza que en el MOPC la elaboración de los pliegos de bases y condiciones se hace con copias de documentos antiguos, es decir, los pliegos no tienen competitividad, no siempre gana la mejor oferta y se limita la participación de los oferentes.

Carlos Parasso, presidente del Centro de Industriales Metalúrgicos del Paraguay, denuncia que desde hace dos años se introdujeron restricciones en las licitaciones del MOPC que no permiten ofertar a muchos asociados. Agrega que se dibujan o acomodan las licitaciones para determinadas empresas al solicitar exigencias irrisorias e intrascendentes en los pliegos como, por ejemplo, que la guillotina para cortar metal debe tener seis metros y no tres metros.

José María Diaz Benza, directivo de EDB Construcciones, anunció denuncias ante el Ministerio Público y reveló amenazas recibidas por altos funcionarios del MOPC, quienes le llamaron a exigir que retire su protesta en una de las licitaciones, advirtiéndole en el mejor de los casos que existen otras licitaciones o que directamente podría dejar de ganarlas en este gobierno.

Mario Peña, directivo de la empresa Vial Agro, lamentó que hayan cajoneado en el comité de evaluación durante un año el análisis de las ofertas de una licitación por valor de US$ 60 millones para conectar Belén (Concepción) con el departamento de San Pedro. La razón fue que no podían acomodar los papeles para que la “empresa amiga” sea la adjudicada. Un proceso que pudo definirse en tres meses, hoy está parado. El llamado se declaró desierto dejando de lado el interés que tienen los pobladores de ambos departamentos, que desesperadamente piden presencia del Estado, ya sea por inseguridad o falta de oportunidades. A esto se suma que el sector privado decidió realizar inversiones en la zona. La mezquindad, la ambición y el interés particular de unos pocos privó de esta obra a dos departamentos considerados pobres.

Estas denuncias no pueden quedar en la nada. Si están amenazando a quienes protestan con dejarles sin contratos, es natural que los grandes gremios de la construcción terminen emitiendo un comunicado de apoyo a la gestión de Wiens por los intereses que están juego. Mientras, con chantajes, amaños, direccionamientos, favoritismos, presiones para que se compre asfalto de una determinada proveedora, tal vez coimas (no me consta), se están construyendo las obras en nuestro país. ¿Y porque siempre fue así lo hay que seguir tolerando? No me parece correcto. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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