Por Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.

Estas son las primeras palabras que Jesús pronunció según San Marcos, dando inicio a su vida pública, pero mucho más que palabras históricas que nos envían al pasado, son palabras actuales que conservan un frescor extraordinario. Dios continúa visitándonos en los varios eventos de nuestras vidas, sobre todo en aquellos difíciles que nos dejan más sensibles: como una decepción, un abandono, una pérdida, una enfermedad, una ofensa, una infidelidad, y dice de nuevo:

“el tiempo se ha cumplido” ¡ahora basta! ¡Ya es suficiente!

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“el Reino de Dios se ha acercado” ¡yo estoy a tu lado, déjame participar de tu vida!

“toma otro camino”, cambia de vida, conviértete, porque si no lo haces repetirás siempre las mismas cosas.

“Cree en la Buena Nueva” esto es creer que Jesús ha vencido y en Él también nosotros podemos volvernos vencedores.

Infelizmente por la dureza de nuestros corazones, no hacemos caso a la invitación de Dios y continuamos en las vías de nuestro egoísmo, de nuestro orgullo, de nuestra vanidad, porque no creemos en la buena noticia de que Dios nos ama incondicionalmente y que quiere nuestro bien.

Nos cuesta entender que nuestra conversión no es un bien para Dios, no es para hacerlo feliz, no es un favor para él, sino que un bien para nosotros mismos, una oportunidad de profunda realización. En el fondo, siempre desconfiamos que el proyecto de Dios para nuestras vidas es una cosa externa y pesada, que nos hará renunciar a mucho y nos hará sufrir, cuando en la verdad el proyecto de Dios para nosotros está inscrito en nuestros corazones y es el único y auténtico camino de felicidad en nuestras vidas.

Este es el problema: desconfiamos de Dios. Pensamos que escuchar su voz disminuye nuestra libertad. Esta es la tentación de Adán y Eva en el Paraíso: si ustedes no le escuchan dan prueba de ser libres. Desde allí, creemos que obediencia a Dios y libertad personal están en contraposición, cuando en verdad, Dios es el fundamento de nuestro ser libre. Así como la inteligencia se fundamenta en la verdad, y yo no puedo decir que realmente conozco una cosa cuando la información que tengo sobre ella es falsa, también la voluntad se fundamenta en el bien, y yo no puedo decir que soy verdaderamente libre cuando hago una opción sin saber cuál es el bien y cuál es mal.

La libertad solo es auténtica cuando sabemos cuál es el bien. Una libertad ciega es una mera ilusión, es un equívoco creado en nosotros por aquel que nos quiere destruir. Del mismo modo que solo conocemos una cosa cuando lo que sabemos es la verdad de aquella cosa, al contrario, sería solo ilusión.

Nadie es libre sin Dios. “¡Y conoceréis la verdad y la verdad os libertará!”.

Si quieres ser libre, no existe otro camino que acercarse a Dios. “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva”.

El Señor te bendiga y te guarde,

El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.

El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.

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