POR MARCELO PEDROZA

Psicólogo y Magíster en Educación

mpedroza20@hotmail.com

Es un gran tiempo para conocernos. Este es el momento en donde el afecto hace lo suyo, no son las palabras, son las acciones. Es un gran tiempo para reflexionar, quién está y quién no está. Es un gran tiempo para agradecer, lo que fue, lo que pasó y lo que es, eso que ahora se transforma en lo concreto. Le dicen realidad, aunque el plural es ideal para su apreciación, las hay como tantos pensamientos existan. Y por sobre todo, es un gran tiempo para conocerse, así las profundidades abren manantiales, en esas perforaciones no hay límites para descubrir el tesoro del amor propio.

Una vez más la pausa es vital. En su plenitud vive la prudencia, se cultiva la tolerancia y reina la paz. ¡Es un gran tiempo para el silencio! Mientras se lo anhela, se puede pasar la vida; por lo tanto, pide atención especial y lo agradece. Brindará una alegría única, de esas que son entrañables e inspiradoras por siempre.

Es un gran tiempo para escuchar al otro, hay necesidades hasta en quienes jamás uno se imaginaría que las tiene. De manera que, no todo lo que se ve trae paz, es que el yacimiento de la armonía es un intangible íntimo y se caracteriza por su capacidad de reserva, allí su brillo destila por la coherencia conductual, la estabilidad emocional y el respeto ejemplar ante el prójimo.

El equilibro requiere aceptación, compasión y admiración. Además, podrá cada uno aportarle aquello que siente que le dará fortaleza existencial, que le brindará sosiego y delicadeza, para entender que el tiempo en que vive es una oportunidad para despegarse del sufrimiento innecesario, del mal expresado en el odio, de la cruel mentira que carcome, del cinismo que traiciona, de lo que hace doler, de aquello que daña.

Si las luces hablaran, ¿qué pedirían?, tal vez solicitarían ser removidas de la posición en que se encuentran o quizá sabiduría, para reconocer el exacto punto temporal para que las apaguen. No hay que creerse eterno, la brevedad es la regla, aunque esta se mida en años. Ojo que lo que encandila impide ver y por consiguiente, imposibilita observar con nitidez. Este es un gran tiempo para iluminar la humildad, la lealtad y la generosidad. Es probable que si a las luces les dieran una elección, solo una, dirían que quieren darle brillo a las mentes para que cuiden su integridad.

En esta época de pandemia, signada por la muerte, que no se termine la esperanza, que el esplendor de los corazones se constituya en fuente de serenidad, alegría y unión.

Dejanos tu comentario