Por Felipe Goroso S.
Columnista
Twitter: @FelipeGoroso
Los números de la pandemia del covid en Paraguay vuelven a ser preocupantes, bah, en ningún momento dejaron del todo de serlo, pero los del último mes los son por demás si se toman en cuenta diversas circunstancias. Ahora bien, pretendamos que las circunstancias ya están por demás comentadas y vayamos a un estadio anterior.
Tanto desde los voceros oficiales como desde los medios de comunicación, de manera permanente y sistemática se recurre a un concepto como el de la conciencia, es el gran argumento del que se toman para comunicar a la población la necesidad de cuidarse por sí misma.
Si nos remitimos a la definición que da la Real Academia de la Lengua Española al concepto de conciencia, caeremos en la cuenta de que es el conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios. Y para conocer se precisa de facultades intelectuales, de esas que se ejercitan como un músculo en pleno gimnasio.
Con todos estos elementos, y seguro otros más que no están incluidos, debería darse por descontado que apelar a la conciencia como recurso discursivo no es más que una manera políticamente correcta de decir “es toda de ustedes, porque a nosotros ya se nos han acabado las ideas”. En este punto vale una aclaración que plantean expertos, al menos fuera del aire y en voz baja: el segmento de la población que no está acusando recibo del momento que se atraviesa sigue siendo menor, de lo contrario, el escenario en el sistema de salud sería mucho peor. Muchísimo. Aún así, con la capacidad e infraestructura de las que disponemos el impacto es muy fuerte.
Recursos como la emotividad, la esperanza o incluso el optimismo aún no han sido ni siquiera explorados en lo que va de esta pandemia en las pocas piezas comunicacionales que se han visto y tampoco como elemento argumentativo en un núcleo discursivo.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, también debe servir para repensar las estrategias planteadas, tomar el timón y cambiar de rumbo, si las evidencias nos muestran que lo hecho hasta ese momento es insuficiente. Y los números actuales, los números de la conciencia, son una excelente evidencia. Definitivamente.